Dos dramas judiciales basados en hechos reales que poseen mucho en común. Tanto “Los 7 de Chicago” como “Los 9 de Mangrove” fueron casos que no solo robustecieron una época de efervescencia social –uno aconteció en 1968, el otro en 1970–, sino que en respuesta confirmaron que a nivel global acontecía una temporada de represión social. En la década de los 60, sea en EEUU como en el Reino Unido, la conciencia de las masas fueron en mayor parte estimuladas por el clamor de los movimientos políticos y contraculturales que emergían de las principales capitales occidentales. El acto de protesta en los espacios públicos, tanto de manera pacífica como violenta, se determinó como un derecho social al que se recurría para demandar o desaprobar los condicionamientos establecidos por el Estado. El hipismo y los que lucharon por los derechos civiles de los afroamericanos fueron las principales comunidades que extendieron estos escenarios que tenían como punto de coincidencia un desencanto hacia las políticas gubernamentales de turno que bien apostaban por una postura bélica o rezagaban los intereses de las personas negras.
lunes, 21 de diciembre de 2020
Estrenos pasados 2020: El juicio de los 7 de Chicago y Small Axe: Mangrove
El juicio de los
7 de Chicago (2020), de Aaron Sorkin,
relata la querella que el gobierno de Richard Nixon les impuso a siete
participantes –en principio ocho– del plantón contra la Guerra de Vietnam en
donde se realizaba la Convención Nacional del Partido Demócrata. Por su lado,
en Small Axe: Mangrove (2020), primer
episodio de la miniserie de Steve McQueen, consta del juicio que el estado Británico
les hizo a nueve afrobritánicos que formaron parte de la marcha en contra del
hostigamiento policial hacia el restaurante “The Mangrove”, lugar que servía
comida de origen caribeño. En sendas historias, vemos a activistas difamados
por el sistema, quien los acusa de ser incitadores de protestas violentas. Hay
una suerte de montaje legal y testimonial por parte de los denunciantes,
obviamente, protegidos por el mismo Gobierno, lo que obstaculizaba el derecho
común de los procesados. Es decir; estamos tratando con casos históricos sobre
pugnas judiciales desiguales en donde el proceso de justicia estaba basado en argumentos
que acudían a los prejuicios sociales hacia las posturas políticas que iban
contra el Estado y los prejuicios raciales. Dicho esto, Sorkin y McQueen
atienden a una temporada en que no había mucha diferencia entre el escenario
judicial y el escenario político. Eran tiempos en que la conciencia de los
órganos de justicia estaba modulada por las normativas nocivas del Gobierno.
En
consecuencia, el ámbito procesal era una proyección del panorama social de
entonces. Los miedos y enemigos fabricados por el Estado se cristalizaban en
los entornos legales. El pleito judicial hacia un hippie o un afrodescendiente
estaba interpuesto por un pensamiento arbitrario que automáticamente los
reconocía como los culpables de siempre. Yendo a un plano más específico, en
efecto, cada película asume un tratamiento distinto al otro. Small Axe: Mangrove es un inicio de lo
que McQueen espera sea una serie de hechos históricos que revaloren y
reivindiquen la lucha social y cultural de los inmigrantes jamaiquinos en el
Reino Unido. Por tanto, hay una discursiva que modela ese lado idílico y pulcro
que tuvo el activismo afrobritánico. Por su lado, El juicio de los 7 de Chicago observa también el reverso de esos
héroes. Sorkin tiene en claro rendir respeto hacia la generación de activistas
que presenta en su historia, sin embargo, ello no le impide divulgar sus
imperfecciones o deslices. Hay un ejercicio de autocuestionamiento que es
constante. Lo otro es la diferencia de ritmos de narración entre los dos filmes.
Steve McQueen es más ceremonioso. Aaron Sorkin no deja de generar ritmos
vertiginosos en sus guiones, aunque esta vez equilibrado por tonos cómicos y
dramáticos que moderan el discurso político a veces atropellado.
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