sábado, 12 de diciembre de 2020

Amazon Prime: Sound of Metal

Ruben (Riz Ahmed) ha perdido gran parte de la audición de manera repentina. Esto implicará un desnivel a ese estilo de vida que el joven baterista creía era perfecto. Sound of Metal (2019) hace un retrato distinto de la superación física. El director Darius Marder equilibra el drama y el efecto motivador; es decir, se aleja de cualquier tendencia que lo asocie a lo pueril o a lo romántico. Ahora, esto no la convierte en novedosa. Esta neutralización ya se ha visto en otras películas. Se me viene a la mente 50/50 (2011), gran comedia dramática que concibe un caso de superación con mucho respeto y sensibilidad al tratarse de una enfermedad. En tanto, lo que hace auténtico a Sound of Metal es que hace referencia a una circunstancia específica. ¿Cómo reaccionaría ante la pérdida de audición una persona con los antecedentes de Ruben? La respuesta manifiesta el lado revelador de este filme, la cual, por cierto, no tiene que ver con el hecho de que sea un músico. Marder nos quiere hacer pensar que el mayor drama para su protagonista sea la irrupción de su talento. Pueda que sí, pero esa preocupación es solo la punta del iceberg.

Sound of Metal trata sobre la carencia de un sentido físico y emocional en un “solitario” como Ruben. Es crucial reconocer los antecedentes personales de este hombre para enterarnos del verdadero sentido del filme, y de esto no nos convenceremos sino hasta el final de la película. Muy a pesar, frente a una retrospectiva, la historia evidenciaba “eso” que ya era perceptible en el personaje principal. Para ello hacemos una comparación entre la idea de vida que tuvo Ruben junto a su novia en su casa rodante y la vida que comienza a experimentar en un refugio para personas con discapacidad auditiva. Obviamente, en su momento, fue para el baterista un ritual idílico el vivir sin domicilio. ¿Pensará lo mismo para cuando comienza a llevar una vida sedentaria junto a un grupo de personas que hablan su mismo idioma? Es importante no asumir “idioma” como la voz o la palabra, sino como la vivencia o experiencia. Es decir, su novia hablaba su mismo idioma, y ambos formaban una comunidad de a dos. ¿Cuál era ese mismo idioma que hablaban? La joven tenía cicatrices en la venas y Ruben tenía sus propias cicatrices. Nuevamente, eso será respondido al final de la película. Pero, va la pregunta: ¿El solo hablar el mismo idioma o compartir similares antecedentes implicaba gozar de una vida idílica?
Es así como se descubre la historia de un personaje que, a propósito de una deficiencia física, expresa esa otra deficiencia que no estaba del todo sanada para cuando vivía con su novia. Sound of Metal no solo nos cuenta sobre una rehabilitación física, sino también una emocional, a raíz del ingreso de Ruben a un entorno o estado que no había experimentado y que, por tanto, le era carente. Esta era una carencia que, se podría inferir, lo tenía estancado en una burbuja que asumía como lo ideal, pero que de hecho era un espacio que preservaba a sus demonios. Siempre estaban ahí las cicatrices. Dicho esto, en cierta perspectiva, Darius Marder retrata la rehabilitación de dos personas, el del baterista y su novia, cada uno por su lado. Ambos se recuperan de esa carencia emocional mientras lidian con algo irreversible; caso Ruben, la audición. En cierto punto de Sound of Metal, cuando las cosas comienzan a funcionar, surge esa tentación del retorno. He ahí el verdadero conflicto de la película. ¿Dónde está lo idílico o conveniente para Ruben? Entonces cobra mucho sentido esa filosofía, casi zen, del instructor. El silencio, la tranquilidad, el orden espiritual. Es en ese territorio que el protagonista logrará preservar sus sentidos.

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