Dos
documentales que se complementan, siendo uno el panorama general siniestro que
ha germinado el uso de las redes sociales y el otro un ejemplo o caso
específico de esa realidad. Feels Good Man (2020) pueda que disponga una
novedad para muchos espectadores. Este documental realizado por Arthur Jones
nos presenta a Matt Furie, artista y caricaturista que es nada más y nada menos
que el creador de “Pepe The Frog” –así es, tenía nombre–. Entonces, la novedad
deviene a raíz de que antes del meme, la creación de Furie era la versión
oficial, la misma que sugería a un personaje con una personalidad particular,
que formaba parte de un grupo de slackers
y, por consiguiente, era parte de un universo. Tanto el batracio como los
amigos del mismo, eran los alterego de Furie. Es decir, el universo al que
formaba Pepe era el universo del dibujante. Seguido nos enteramos con mayor
detalle eso que representa Pepe para su autor, su concepción, cómo se fue
desarrollando y fue trascendiendo para sí mismo. Es el descubrimiento a la “intimidad”
artística, esas emociones que se manifiestan antes, durante y posterior a la
creación. Y es que como toda arte, esta gesta un ciclo emocional que describe al
autor reaccionando ante su creación.
Por
consiguiente, en cierto punto del documental el espectador estará convencido
que el Pepe de Furie se encuentra en un universo paralelo respecto al Pepe
meme. Son muchas novedades para una introducción. Y es así como expuesto el valor
artístico y sentimental del autor, el documental nos abre a la triste historia
de una sociedad apropiándose de la creación y su creador mirando la agonía de
su alterego favorito. Feels Good Man es atractivo a raíz de esa
serie de incidencias que convierten a Pepe en un ícono plurisignificativo que
no solo ha adulterado la naturaleza original del arte, sino que además la ha pervertido.
¿Y en dónde se origina todo esto? En las redes sociales. El día en que a Furie
se le ocurrió digitalizar y subir el contenido de sus Pepes a un portal social
pueda ser el mayor error que cometió el dibujante en toda su vida. Este es un
buen momento para hablar sobre El dilema
de las redes sociales (2020). En el documental de Jeff Orlowski, desfilan
una serie de expertos en contenidos y programación de redes sociales. Desde ex
empleados de importantes medios como Instagram o Twitter hasta catedráticos y
autores de investigaciones y libros que atienden al tema en cuestión. Todos los
comentaristas están de acuerdo con algo: las redes sociales es un modo de
negocio que ha comenzado a pervertir al mundo entero.
El
documental de Orlowski suena por momentos profético. Así como están las cosas,
la civilización está destinada a la autodestrucción consecuencia de la difusión
de información nociva que se despliega a cada segundo por las redes sociales. Y
lo importante para los expositores de este vaticinio es entender que la culpa
no recae tanto en los usuarios, sino en los gestores de esos medios digitales,
los mismos que enfocan sus esfuerzos para complejizar una inteligencia
artificial capaz de engatusar a sus consumidores en potencia. Si son palabras del
Papa o fake news, eso no les importa.
La cosa es mantener a los usuarios con sus cuentas activas para que puedan
visualizar esos anuncios por los que facturan millones. Lo preocupante es que
el margen de noticias falsas es muy superior a las noticias que cumplen la
función de manifestar la realidad de la coyuntura. El dilema de las redes sociales tiene toda la buena intención de representar
lo peligroso que es esta situación a partir de un caso que nos pueda ser
familiar, pero este se queda corto. Nuevamente, volvemos a Feels Good Man o el caso que impactó a nivel masas más para mal que
para bien.
Lo
preocupante del documental de Arthur Jones no es cómo los medios de la Internet
se apropian de lo ajeno y un artista sufre. La verdadera alarma radica en las
dinámicas de las redes sociales, en cómo estas son nido de discursos de odio
que, por ejemplo, han convertido un símbolo de ocio en un símbolo antisemita. “Los
Pepes” de las redes sociales no son más que una proyección de una sociedad a la
deriva de la perdición. El Pepe que llora, el que explota, el que sonríe
mientras en un segundo plano están las Torres Gemelas entre humaredas, el Pepe
que fue símbolo de campaña política para Donald Trump, y que además resultó ser
el “as bajo la manga” para que el candidato se hiciera con una larga lista de
simpatizantes apolíticos, pero que por el solo hecho de que su héroe digital
era usado en campaña provocó la aprobación de toda una comunidad. En síntesis;
el retrato de Feels Good Man es esa
realidad a la que se refiere en El dilema
de las redes sociales. El primer documental en cierta manera despliega
situaciones cordiales y hasta cómicas que implicó la apropiación de una
creación artística, pero es imposible no ser persuadidos y afectados por el
marco de una degradación social de la que muchos expertos comentan se
incrementará. No es invento. Esto ya está sucediendo.
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