Dentro de su trama convencional, Au galop (2012) posee una serie de marcas que la convierten en una comedia dramática que simpatiza verla. Louis-Do de Lencquesaing, actor de películas como El padre de mis hijos (2009) o L’apollonide (2011), realiza su primera ópera prima basándose en una historia novelada. La trama gira en torno a los amoríos entre un escritor divorciado, Pablo (encarnado por el mismo director), y Ada, una mujer comprometida quien labora en la editorial que publica los libros de este escritor. Lo seductor dentro de esta relación es que, muy por encima de sus dramas íntimos, ambos personajes hacen el retrato de los amantes despreocupados. Existe una especie de relación cínica dentro de cada uno. A pesar de que Ada esté a pocos meses de su próxima boda, los amantes no dejan de frecuentarse ni de reprimir sus sentimientos. Pablo sabe que Ada ama a su prometido y Ada no deja de aseverar eso, muy a pesar, el lazo entre estos personajes no se quiebra.
Hay una leve aproximación al amor que por ejemplo se retrataba en Jules y Jim (1961), de Francois Truffaut, donde existía la posibilidad de que una mujer amara a dos hombres a la vez, y así mismo, un hombre sea capaz de no alterarse ante su adversario. Pablo en ningún momento asume una postura de raptor de prometidas, como también no es un fabricante de celos o dramas amorosos. El lado paradójico de esto es que el novio de Ada es un fanático confeso de la novela de Pablo; obviamente él no sabe sobre la aventura amorosa de su futura esposa. Asimismo, este comportamiento se extiende también al ámbito maternal, sobre como Ada confiesa a esposo y amante que espera un niño, uno que tan solo ansía, relegando así el cuestionamiento o preocupación sobre quién es el padre. Fuera de lo sentimental, está el drama íntimo, aquello que cada uno alberga para sí mismo.
El padre de Pablo ha fallecido y aquí es donde se presentan los sueños recurrentes. Es el sueño perturbador pero que no se extiende a la pesadilla. Es la imagen del padre en agonía, uno al que no asistió en vísperas de su muerte. Existe entonces un sentimiento de culpa, lo que sería el componente existencial del filme, un factor frecuente en la dramática francesa. Luego de estos vienen los sueños donde se hace reminiscencia del pasado, sobre la infancia y momentos específicos junto con su padre (legado de Marcel Proust). Ada, por su lado, tiene sus recaídas emocionales (como el personaje de Catherine en Jules y Jim). El sentimiento de culpa se asoma cuando la víspera de la boda se acorta. Entonces viene el lado frágil de la mujer, pero la de un espíritu que se inclina por el amor pasional. Ada confiesa para luego disponerse a los brazos de su amante. Seguido de esto, viene la reflexión, una que atiende y concluye por sí sola sin la necesidad de la opinión del amante o el prometido.
Au galop aglomera también a una serie de personajes bien construidos, de ahí su sentido novelado por la complejidad que le otorga incluso a los personajes secundarios. Está el frágil y preocupado hermano de Pablo, interpretado por el director Xavier Beauvois (De dioses y hombres, 2010). Marthe Keller personifica a la madre de Pablo, siendo su presencia el toque de humor en la película. Una mujer de aire sofisticado, de un espíritu planificador como lo pone en claro en la organización del funeral de su marido, algo que por cierto la ha dejado mentalmente maltrecha, situación que causa gracia pero que no deja de crear un aire triste y melancólico. El mismo personaje de Pablo es un sujeto que está fuera del común. A inicio del filme cuelga de un puente como disponiéndose a la muerte sin ningún interés. En otra escena maneja un auto de lo más tranquilo para luego acelerar para sorpresa de su copiloto. Un personaje impredecible. Valentina Cervi, quien interpreta a Ada, es de una belleza natural que impresiona y nos trae a la memoria la hermosura vigente de actrices como Catherine Deneuve o Isabelle Huppert. Pablo y Ada parecen ser protagonistas sacados de la nouvelle vague.
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