El drama de intimidad puede sucederse de dos formas, a través de la interiorización o la exteriorización de los personajes. En el primero estos están sometidos a un estudio a fondo sobre sus sentimientos y pensamientos, comportamientos herméticos que se van interpretando a través de un ejercicio subjetivo. El otro es la manifestación de la cotidianidad, hechos objetivos donde nada es fingido, donde todo es real y actual. Por tu culpa (2010) toma la senda de esta última. La historia de Julieta (Erica Rivas), una madre de familia que cuida de sus dos hijos y que más tarde será culpada de un cargo que merece meditación.
Anahí Berneri dirige este drama maternal sobre la intimidad de un hogar. Este filme aporta debido a que a diferencia de otros ejemplares que narran un suceso cotidiano de una familia, Por tu culpa no se encierra bajo las cuatro paredes de un domicilio. Berneri hace una introducción a la historia. La película narra los hechos que ocurren un día cualquiera cuando una madre cuida de sus dos menores hijos, un cuadro que en lo habitual enfoca la ternura y la abnegación propio de la maternidad, pero que en lugar de esto manifiesta el agotamiento, el stress y el abandono. Julieta es víctima del bochorno provocado por la hiperactividad de sus hijos, lidiando además con su espacio laboral que ha mudado a casa y que inútilmente intenta efectuarlo. Un incidente ocurre y Julieta junto a sus hijos viajan al hospital. Es así como la intimidad de esta familia de a tres se muda hacia el espacio público.
Berneri aquí emprende lo novedoso. Lo íntimo de pronto deja de serlo, no por la mirada del espectador, sino por desarrollarse dentro de la misma ficción. Julieta es víctima del cuestionamiento social. En su hogar existen hechos diarios e íntimos, pero afuera existen leyes y evidencias. Es aquí cuando la madre ahora se enfrenta a dos realidades, la suya, de criar en solitario a dos hijos pequeños, y la social, sobre cómo esta observa y juzga su espacio, uno que ellos en gran parte especulan o desconocen. Por tu culpa se torna entonces más realista. La leve vitalidad de la madre que se observaba a inicios de la película se ha desvanecido. La imagen de Julieta es frustrante, sensible a los ataques. La mirada baja, el cabello despeinado, ojeras pronunciadas, distintivos que exponen a la mujer a ser culpada de algo que incluso nosotros no estamos seguros si es cierto o calumnia. Julieta parece llevar un estigma que juega en su contra, una suerte de mancha de sangre que se ha teñido en su polo, la cual ella misma lucha por esterilizar.
Por tu culpa es un filme que sugiere a partir de la intimidad familiar –bajo el continuo ejercicio de planos cerrados que nos obligan a ser objetivos con los personajes y sus hechos –. Berneri pone en balanza el juicio sobre un hogar donde no existe una imagen paternal, un lugar donde la tecnología es partícipe de una crueldad apropiada en el comportamiento infantil, un contexto social que parece funcionar bajo los prejuicios antes que los juicios. El filme pone en cuestión y en duda todo esto. La película sugiere desde el sentido que más de un personaje está bajo pena de sospecha. En Por tu culpa existe más de un culpable.
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