domingo, 21 de agosto de 2011

Insidious (o La noche del demonio)


“Insidious” o “insidioso” es aquello que acecha o provoca daño. Medicamente, se llama también al padecimiento de una enfermedad que posee una apariencia benigna, pero que oculta un estado grave del paciente. Como lo anuncia su título original, La noche del demonio (2010) trata sobre lo uno y lo otro. Luego que los Lambert han mudado de casa, uno de sus tres menores hijos se encuentra postrado en cama al sufrir un repentino estado de coma, situación que la medicina no sabe explicar la razón que ha originado esto. Siguiente, un manojo de hechos extraños ha ido ocurriendo dentro del nuevo domicilio. Hay como una presencia que merodea por los recintos del hogar, algo imperceptible a la vista de los dueños.
El director James Wan, más conocido por su película El juego del miedo (2004), en esta ocasión escapa del abuso de sangre o amputaciones de cuerpos para esta vez provocar “miedo”. La noche del demonio se arriesga a usar el terror psicológico en lugar de vender gore, medio facilista usado por casi todos los directores que juran hacer películas de terror. Wan recurre a la casa embrujada, ruidos escalofriantes, almas en pena, estas en todas sus formas, las que se ocultan, las que crean siluetas, las que te encaran, las que se asoman sin ningún recato. La dinámica de este director está en apuntar en la dirección contraria de los demás filmes de terror. En esta película no hay sangre a chorros ni masacres. No hay sierras ni cuchillos filosos, solo apagones y sesiones espiritistas.
El filme se inicia por buen camino. Se hace alusiones a películas como El exorcista (1973) o Terror en Amityville (1979). Una familia se encuentra ahuyentada luego que ha descubierto que conviven bajo el mismo techo junto a entes maléficos. Estos guardan además a un niño en cama, que si bien no baja retorcido por las escaleras como Regan de El exorcista, uno de sus hermanitos afirma le ha visto caminar por las noches. Existe el miedo y esto gracias a que tanto el espectador como la familia no reconocen claramente las razones de los hechos. Se suma un personaje más, el de la abuela del niño. Nuevas evidencias nos hacen pensar que esto se pone “color de hormiga”. El tema de los sueños y los avistamientos como señales de lo que ocurre se reluce.
Hay una visita de un cura y seguido de un grupo de cómicos “cazafantasmas”. Lo cómico dentro del terror se convierte en macabro, lo afirmaría Sam Raimi, uno de los maestros del cine de horror. Esto sin embargo no funciona en el filme de Wan, lo que lo convierte más bien en un evento tonto y ridículo. A partir de aquí la película decae en picada. Una espiritista entra en escena y habla sobre el “más allá”. Es obvia la influencia de Poltergeist (1982). De pronto una historia de alcoba es contada por uno de los personajes y ahora todo está claro. Obviamente ahora ya nada nos da miedo. El resto es de olvidar. Una escena efectiva del filme es a inicio cuando la alarma de la casa aúlla una y otra vez. La peor –por no decir de la mitad para adelante –, una afrenta mano a mano entre el padre y uno de los espíritus. Ni el final salva a la película, uno que posiblemente ciertos ya se lo imaginaban. James Wan fracasa en su intento por realizar un filme donde apenas usó una “huella” de sangre.

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