Kick-Ass está dedicado a los individuos que han convivido con los clásicos superhéroes como Spiderman, Superman, Batman e inclusive Wolverine, y se preguntaron: ¿Cómo es que nadie ha intentado ser un superhéroe? En tiempos de la era digital, el mercado libre, el facebook, los videojuegos, los videos de tortura y otras gestas de la ultra violencia, nace un superhéroe que no tiene nada de súper, ni tampoco de héroe.
“Kick-Ass” (Patea-trasero) es el alter-ego más atrevido y ridículo que no se ha visto en la pantalla grande desde la aparición de “El Santo”. Su génesis, a diferencia de los otros superhéroes, ha sido motivada por muchas lecturas de cómics. No ha sido mordido por una araña ni tampoco ha venido de otro planeta, pero en lugar de eso es un estudiante de secundaria que para todo el día en el skype, además de fantasear con su profesora de lenguaje. Su vestimenta, posiblemente comprada por Ebay. Su entrenamiento fue duro y de apenas un par de horas. Su súper poder: sobrevivir, como la gran mayoría de gente de su edad.
Matthew Vaughn, basado en el cómic de Mark Millar, dirige esta película sin tapujos ni tabúes. En EEUU ha sido calificada con un PG-13. Eso quiere decir que niños menores de 13 años no podrán verla, clasificación muy sana para una película donde solo falta que las butacas tengan un dispositivo que lance sangre en el rostro del público. La mayoría de críticos en el país del norte lo han clasificado con un PG-17, no apto para menores de edad, presencia de violencia, disparos, bombas, bazucas, hombres sin cabeza, brazos que vuelan, niñas asesinas, etc., etc.
Es cierto, vale la prevención, Kick-Ass es una película para adultos. Si algo nos ha enseñado el cine de la última década, es que las parodias con tonos de comedia negra no son ideales para los niños, a pesar que sean sus personajes coloridos, torpes y graciosos. Kick-Ass, como gran parte de las novelas gráficas que pululan en el medio, posee aparentemente raíces inofensivas. La película de Vaughn es el famoso “lobo vestido de cordero”, en contraparte, si se le prohíbe al menor a pesar de haber llamado su atención, es preciso que sea vista por el público adulto a pesar de no haberle llamado su atención.
Dave Lizewski (Aaron Johnson) es el adolescente que encarna a “Kick-Ass”, que más que patear traseros, es su trasero el pateado. Además de este, habrán otros superhéroes, tales como “Red Mist” (Christopher Mintz-Plasse), “Big Daddy” (Nicolas Cage) y la sorprendente “Hit Girl” (Chloe Moretz). Son los superhéroes en la era de la tecnología, prototipos forjados en su tiempo y en su situación. Acá ninguno quiere ser un Peter Parker o un Logan. Estos superhéroes antes de ser “súper”, son humanos. Saben que de sus ojos no saldrán rayos X, ni tampoco votarán bolas de fuego de sus bocas. Tony Stark y Bruce Wayne podrían ser sus modelos más cercanos, siendo ellos los más reales (y porque sus armas se pueden comprar por internet).
Ha nacido el superhéroe postmoderno. Son dos cosas las que estos individuos necesitan para ser igual que sus personajes de caricaturas: tener coraje y armas. Armas corto punzantes y de fuego, de todos los calibres. Y, obviamente, entrenar mucho. Iron Man y Batman son así los precursores de este superhéroe postmoderno, aquellos que tuvieron coraje a través de sus pasados, ambos en la necesidad de reivindicarse personalmente, uno enmascarado y el otro en sintonía con el mercado mediático, decidiendo defender a la sociedad de las injusticias y los malhechores. En Kick-Ass reconoceremos superhéroes con una cuenta de facebook y otros viviendo en el anonimato. No es que estos hayan mejorado, sino que se encuentran en sintonía con su tiempo.
Superhéroe no significa ser el héroe de toda una nación. El significado de héroe es estar fuera del límite de “lo normal”. Dave Lizewski luchará con un grupo de pandilleros a duras penas. Con su “casi” victoria no habrá defendido a una sociedad, pero sí se ha colocado fuera de “lo normal”. Ha sido capaz de enfrentar lo inafrontable. Se vive en un tiempo donde los hombres son “independientes” y no son capaces de ayudar al necesitado, aún así esté en condiciones de hacerlo. Dave Lizewski es escuálido y torpe, pero es su aptitud la que lo convierte en héroe.
La génesis de estos nuevos superhéroes no es nada complicada, es apenas una motivación fuerte o suficiente para tomar las riendas sobre su situación. Dave Lizewski al verse brutalmente “normal”, decide volverse un superhéroe. “Big Daddy” al verse traicionado, se verá obligado a vengarse y ser un superhéroe. “Hit Girl” al ser criada en medio de un deshonor familiar, será una superhéroe. Ninguno de ellos es idealista, sólo pretenden ser o hacer algo por sus propios fines, eso los convierte hasta cierto punto en egoístas.
El superhéroe postmoderno no necesita de un traje camuflado o complejo. Es apenas una vestidura improvisada lo que los cubre, lo preciso para resguardar su identidad. Sus poderes, como se había dicho, son las armas de fuego. Mientras más armas, más “súper”. Por otro lado, los enemigos no son los típicos “malos idealistas”, aquellos que vivían para hacer el mal a la gente o robar un banco. El malo postmoderno es también un interesado. Él es un negociante, un empresario, de un mercado negro, pero emprendedor.
Kick-Ass es desquiciado e irreverente. Desde el inicio del filme, las imágenes nos muestran que al superhéroe le falta un tornillo. “Kick-Ass”, dentro de toda su farsa (la imagen mediática que se crea a través de la fantasía del Youtube), resulta tener un sentido que va más allá del superhéroe idealista que vivía luchando por la justicia. Los golpes e humillaciones son el acto heroico de este personaje ridículo, pero con aptitud. Es con la parodia y la comedia negra que Matthew Vaughn hace un nuevo tratado al tema del superhéroe.
Al igual que Neo o Beatrix Kiddo, ejemplo de los superhéroes postmodernos, Dave y “Hit Girl”, se moverán por medio de sus deseos: el de escapar de su fantasía (el negarse ser “normal”, como en Matrix) o el de clamar venganza (como en Kill Bill), respectivamente. Los citados específicos de Matrix (tal como el asalto a la casa de un narcotraficante o el ataque con un jet-pack desde la ventana) son un claro ejemplo. Kick-Ass es una de las mejores representaciones del “anti-superhéroe”, al menos de lo que va del año en nuestra cartelera.