Artículo publicado originalmente en: Cinespacio
Cual tanque de Hollywood, ¡Asu mare! La Película, dirigido por Ricardo Maldonado, se aproxima a la cartelera limeña a paso seguro. No está demás mencionarlo, dicho gracias a una gran labor de marketing, pero sobre todo al perfil carismático de Carlos Alcántara, showman a quien se le hace una especie de biopic en esta película, a la vez que se sigue la ruta de una comedia en secuencias que van de su infancia hasta un supuesto presente. Basado en el guión de su stand up comedy (y a la vez, el de sus propias vivencias), los personajes y los sucesos del filme están sujetos a lo paródico, esa necesidad de distorsionar levemente la realidad a un nivel que tampoco no alienta lo grotesco ni lo grosero, a lo sumo, un estado de ánimo algo extravagante, como si se tratara de algún sitcom u otro programa familiar light.
Cual tanque de Hollywood, ¡Asu mare! La Película, dirigido por Ricardo Maldonado, se aproxima a la cartelera limeña a paso seguro. No está demás mencionarlo, dicho gracias a una gran labor de marketing, pero sobre todo al perfil carismático de Carlos Alcántara, showman a quien se le hace una especie de biopic en esta película, a la vez que se sigue la ruta de una comedia en secuencias que van de su infancia hasta un supuesto presente. Basado en el guión de su stand up comedy (y a la vez, el de sus propias vivencias), los personajes y los sucesos del filme están sujetos a lo paródico, esa necesidad de distorsionar levemente la realidad a un nivel que tampoco no alienta lo grotesco ni lo grosero, a lo sumo, un estado de ánimo algo extravagante, como si se tratara de algún sitcom u otro programa familiar light.
La historia de
“Cachín” es la del pequeño hiperactivo que va reconociendo su lugar, la del
adolescente palomilla de barrio que ya ha ganado un perfil y anda de arriba
para abajo junto a su collera, la del hombre que se camufla al ritmo de los
prejuicios sociales, que va buscando ahora un oficio mientras tropieza,
reflexiona y se levanta. ¡Asu mare!
apunta a la construcción de una figura humana, ello junto a la comedia pícara y
redundante, crean una buena estrategia de entretenimiento, que si no atrapa por
las risas, podría hacerlo por su misma trama, una que lleva incluso leves
cargas de dramatismo. Son en esos momentos en que se percibe que la película no
está limitada al lenguaje de las bromas de auditorio. La estructura de ¡Asu mare! sigue la de un formato
clásico sobre un héroe o antihéroe que a mitad del camino se encuentra con una
valla.
El filme, por el mismo
hecho de saltar épocas, se esmera en remarcar el estilo o la moda de su
entonces. Es la recolección de afiches o utensilios para crear la escena o la
etapa. El diseño artístico y el de fotografía van aquí de la mano, mejor
explotados en espacios cerrados que en localizaciones abiertas. ¡Asu mare! no está mal. Existen etapas
que duran menos que otras. Algunas pasan más rápidas, otras simplemente cumplen
con seguir su ruta. La etapa escolar secundaria es fugaz, al igual que la
temporada en que el personaje principal escala a la cumbre artística. Momentos
que caen simpáticos del filme ocurren en dos escenas. Una en que el pequeño
niño visita el show de un reconocido programa local, y el otro en un bailoteo a
mitad de un callejón. En ambos casos el tiempo parece estar suspendido. Es ese
cliché que sabe a “Entonces sucedió…”
El talón de Aquiles de
este filme apunta directamente en la frente de los seguidores acérrimos a este
cómico. A los casuales no nos pasará
nada ya que ni hemos gozado de sus improvisaciones ni de sus shows. Vale
recalcar que la película está basada en su stand
up comedy, es decir, el público está a riesgo de venir cargado de spoilers. Claro que se dirá que una cosa
es el show y otra la historia en ficción, más actores, mejor puesta escena,
localizaciones reales y no banda sino pistas musicales. Lo cierto también es
que el filme está intercalado de extractos del show de Carlos Alcántara, es
decir, menos película. Punto aparte, lo probable, y hasta casi cierto, es que ¡Asu mare! La película apunta a
convertirse en el filme peruano (no hablemos de recaudación) con mayor
asistencia. Dado el caso, destronaría a Pantaleón
y las visitadoras (1999), película que entonces obtuvo un promedio de 475
mil espectadores, muchos de los cuales dejaron de ir a ver cine nacional por reconocerlo
como “pura lisura y calatería”. Si bien ¡Asu
mare¡ La película no es un tanto original, al menos será una evidencia más
que romperá con dicho prejuicio. Bienvenido sea.