Antes
de pasar a la lista, un apunte al cine peruano que he visto este año. No he
podido ver hasta ahora Willaq Pirqa. El cine de mi pueblo (2022), de
César Galindo. Lo otro, si bien no hay ninguna película peruana en mi lista, me
gustaría mencionar cuatro películas peruanas. La primera es el cortometraje Hipocampo
(2022), de Víctor César Ybazeta. No es de extrañar le haya dedicado una crítica
a los días de que fuera liberada en la web. Esta es una película que habla con
imágenes. Es un discurso incipiente, tomando en cuenta que el cine inició silente.
Aquí incluso estoy imaginándola sin un sonido diegético, solo la reproducción
de imágenes. Ahora, es una película que también se sirve de la idea
preconcebida. Paita como viejo escenario emblemático de la economía peruana. En
tanto, es una película que dialoga con la conciencia del espectador. La segunda
película es Mataindios (2018), de Oscar Sánchez y Robert Julca. El
volver a verla me ha servido para revalorarla. Este producto es un buen ejemplo
de renovar las formas de representar un tema recurrente, aunque necesario. Y al
ser necesario se hable más de las secuelas de la violencia en el interior del
país durante las décadas del 70 a principios de los 90, es preciso afloren
nuevas formas de representarla a fin de solidificar la conciencia sobre el tema
en cuestión y no generar esa errada idea de la “repetición innecesaria”. La
tercera película es Antonia en la vida (2022), de Natalia Rojas Gamarra.
Creo que es una película que vale la pena verla, a pesar de que pudiera tener
defectos formales inmediatos (el manejo de cámara, dirección actoral).
Lastimosamente, se ha ganado una mala fama consecuencia de los tópicos que
gravitan en torno a su protagonista. Estamos en una temporada moralmente
hipersensibilizada. Obviamente, el espectador nunca va a privarse de su
“perspectiva” cada que mira una película. Muy a pesar, son tiempos de postergación
irreflexiva. El escenario digital ha creado a una comunidad convencida de su
rol de inspector que tiene que ser inquisidor frente a todo aquello que es ajeno
a su línea de pensamiento, descartando o pasando por alto el valor que bien
pudiera tener, en este caso, Antonia en la vida, una película que bien
su protagonista concentra todo un caldo de rutinas superficiales y ajenos a la
conciencia social descentralizada, pero que expresa una sensibilidad humana al
corriente con una generación universal asediada por sus represiones,
depresiones y fantasías bloqueadas. Aunque light, hay además una
conciencia de género. Sin embargo, más la valoro por su carácter anímico. Es
una película que se desentiende con los conflictos extraordinarios y más bien
se concentra en uno muy personal, el cual resuelve también de una manera muy
personal. La última es Viaje (2022), de José Fernández del Río. Es una
película que manifiesta mucho potencial en su contenido y su propuesta visual.
Su historia se sirve de un retrato etnográfico a fin de atender su vulneración.
Este es un escenario en donde las tradiciones se cumplen, aunque como un ritual
autómata. Hay cierto aire de las creencias degradándose.
Sin más, estas son las mejores películas que he visto en este año, sin orden de preferencia. He omitido ver algunas que se estrenarán próximamente en la cartelera peruana.
Cartelera
Moonage Daydream (Brett Morgen, 2022)
Festivales
y muestras
Ushui, la luna y el trueno (Rafael Mojica Gil, 2019)
Brainwashed: Sex-Camera-Power (Nina Menkes, 2022)
La caja (Lorenzo Vigas, 2021)
Yin Ru Chen Yan aka Return to Dust (Li Ruijun, 2022)
Mato seco em chamas (Adirley Queirós y Joana Pimenta, 2022)
Le lycéen aka Winter Boy (Christophe Honoré, 2022)
Walk Up (Hong Sang-soo, 2022)
Christopher at Sea (Tom Brown, 2022): Este es un maravilloso embarcamiento a la liberación sexual. El director se sirve de la fantasía de un escenario masculinizado para retratar la historia de un hombre despertando, o tal vez soñando. Es, ciertamente, su viaje interno, surreal, una lucha contra sus prejuicios y deseos.
Aftersun (Charlotte Wells, 2022)
Vanskabte Land aka Godland (Hlynur Palmason, 2022)
Anhell69 (Theo Montoya, 2022)
Pafsi (Tonia Mishiali, 2018)
VOD
Hideous (Yann Gonzalez, 2022): Una fascinante película que combina el serie B, los video musicales, el terror, el gore, el cine de explotación. Una suerte de falso reportaje que brilla con sensibilidad ochentera, siendo el primer plano una biografía lacerada por los prejuicios frente a la homosexualidad y la música como medio de reconocimiento y liberación.
Apollo10 ½: A Space Age Adventure (Richard Linklater, 2022)
Alternativa
Dos estaciones (Juan Pablo González, 2022)
Gaesterne aka Speak No Evil (Christian Tafdrup, 2022): Una suerte de fábula que se asienta en la modernidad, pero que, ciertamente, alude a una tradición sobre víctimas y verdugos, y esa conciencia “innata” de una sociedad pasiva.
Pearl (Ti West, 2022): No hay duda que lo mejor aquí es Mia Goth. Memorable actuación en donde interpreta a una psicópata en potencia. La crisis social como estimulante de ese problema, la que deprava y enloquece.
God’s Country (Julian Higgins, 2022)
Gut Feelings: Fragments of Truth (Katayoun Jalilipour, 2021): A propósito de una fake new, la directora reflexiona en torno a cómo lo digital se ha convertido en herramienta para reforzar el sexismo occidentalizado del sujeto femenino.
20 vistos por primera vez
Balarrasa (José Antonio Nieves Conde, 1951): Una historia de redención y las buenas costumbres franquistas que se deriva al cine detectivesco.
Bian Lian aka El rey de las máscaras (Wu Tianming, 1996): Una sociedad China que denigra a las mujeres a menos que sean diosas o transexuales kabuki.
Smooth Talk (Joyce Chopra, 1985): Es como una lectura realista de “La caperucita roja”. Acoso, pedofilia e inocencia en una etapa de liberación.
Taipei Suicide Story (KEFF, 2020): Una historia de amor o tal vez de ilusión, optimista y pesimista, esperanzadora y suicida.
Ánimas Trujano. El hombre importante (Ismael Rodríguez, 1961): Un mexicanísimo Mifune y uno de los finales mas memorables del cine mexicano.
Cop Car (Jon Watts, 2015): Cómo una travesura de niños pone en apuros a los adultos.
Peter Ibbetson (Henry Hathaway, 1935): Dos amantes separados y un amor que transciende con la distancia.
Being There (Hal Ashby, 1979): El hombre que salió de la cueva y se convirtió en el “rey de los ignorantes”.
El niño y el muro (Ismael Rodríguez, 1965): Escalas de la pérdida de la inocencia en tiempos del Muro de Berlín.
La tregua (Sergio Renán, 1974): Un cálido romance, pero además un drama sobre la recuperación del tiempo.
REC (Paco Plaza y Jaume Balagueró, 2007): Esta película no deja de generar tensión y ajustarte el espacio de escape.
Tizoc (Ismael Rodríguez, 1957): Amor idílico entre la blanca y el mestizo, entre la revolucionaria y el buen salvaje.
Insiang (Lino Brocka, 1976): Un crudo drama social entre la pobreza, la ignorancia y el resentimiento.
Assholes (Peter Vack, 2017): Una comedia vomitiva que es un alivio entre tanta corrección política.
La double vie de Véronique (Krysztof Kieslowski, 1991): Una película sobre dobles, espejos, nebulosa, enigmática.
Últimos días de la víctima (Adolfo Aristarain, 1982): Estupendo cine negro argentino sobre un asesino haciendo su trabajo.
Ya no basta con rezar (Aldo Francia, 1972): Una historia sobre la conversión, no de fe, sino de conciencia social.
Tiempo de revancha (Adolfo Aristarain, 1981): Otra película con revolucionarios, aunque poniendo en juego su última carta.
Número deux (Jean-Luc Godard, 1975): La televisión y la pornografía como marco/encuadre de un escenario esclavizado.
Between Two Women (Jon Avnet, 1986): Buen telefilme sobre una pugna de personalidades femeninas y la postergación de un hombre.