La necesidad de realizar una lista de las 10 mejores películas en el año 2010 fue fructuosa. Desde el mes de noviembre, la meditación, el juicio y la crítica fueron arduos al intentar convocar a 10 filmes que conformarían dicha lista, 10 películas que serían aquellas que de acá algunos años no se exigiría de esfuerzo alguno para remembrar alguna escena memorable o una totalidad de eventos capaces de haberme manipulado emocionalmente a su antojo por un largo promedio de dos horas, quien sabe más; una experiencia humillantemente encantadora.
Pero, ante todo, de qué hablamos, ¿trabajo arduo? ¿Esfuerzo por elegir una diminuta lista de 10? Eso es demencial. Hacer crítica no requiere de esfuerzo ni de meditación. La crítica es en realidad fluidez de la palabra, al menos desde el momento en que tengas la necesidad de querer manifestar algo. La crítica es, además, una aguda selectividad y, a su vez, espontaneidad que no requiere algún tipo de auto-cuestionamiento. Entonces, obviamente, yo estaba errando. Hasta comienzos de diciembre me quedé convencido que realizar una lista de 10 era una tarea imposible, al menos, para mis gustos; para mi crítica.
El resultado; una breve lista de seis filmes. Y para los escépticos, mejor es revisar cuales fueron, en síntesis, las películas “más representativas” expuestas en la pantalla grande.
Los elegidos
A diez ascendió la candidatura a Mejor película, de las cuales cinco de estas fueron las que se estrenaron este año, cuatro el 2009, y una, A serious man (Hnos. Coen), nunca se estrenó. Con nueve películas vistas, es suficiente evidencia para entender que la Academia había abusado el límite de aspirantes a esta candidatura, siendo Un sueño posible y Enseñanza de vida, ambas estrenadas este año, dos lamentables muestras demás, desde mi punto de vista, dos estrenos de verano como para ir calentando o animando a la gente a ir al cine. Una tercera muestra fue Preciosa, bajo el manto del cine independiente y una interesante narración alternada a un mundo de ensueño, este filme traía la temática hostigada del racismo, que a pesar de poseer una distinta creatividad, se niveló siempre bajo los mismos arquetipos, la misma otredad de siempre, moral por todos los lados. Amor sin escalas y Zona de miedo fue lo mejor de las cinco, sin embargo, ni Reitman ni Bigelow no sobrepasaron mis expectativas, no con la misma rudeza que supuestamente una ceremonia del Oscar debe otorgar.
Los directores
Tres prestigiosos directores presentaron este año nuevas películas ambientadas, cada una, con su personal e inconfundible estilo, aunque, no siendo este nuevo producto lo mejor dentro de sus filmografías. Martin Scorsese, Pedro Almodóvar y Tim Burton estrenan películas para olvidar. La isla siniestra, Los abrazos rotos y Alicia en el país de la maravillas contienen mucho de lo que nos gusta de estos directores, pero nada más. Cada una de estas logra ser una adaptación frágil en sus argumentos basados en thrillers psicológicos, melodramas o fantasías típicas, sin alguna originalidad que los termine por acreditar. Una película más y un director más es Invictus, de Clint Eastwood, también un traspié en la filmografía del veterano director. Este biopic resulta ser tedioso, predecible y poco cercano a otras películas del mencionado. Con unas aspiraciones políticas que sobrevuelan en la historia sin algún tipo de sutileza, Eastwood aburre en este filme.
Lo (in)esperado
El origen, quien su mismo director, Christopher Nolan, promocionaba como su rompecabezas más dedicado, resultó ser una ampliación de lo que antes habría presentado en sus anteriores filmes. El origen terminó siendo decepcionante al expresarse de la misma forma que Nolan habría conseguido con Following y Memento, dos películas de buena dinámica narrativa y que, posiblemente, al lado de El origen sean mínimas, sin embargo, ninguna de estas no necesitó de ciudades retorcidas o un tiempo suspendido para ser logradas. Lo que crea desventaja en El origen, es que tuvo la mala suerte de ser estrenada mucho después de las mencionadas, aquellas que para su momento fueron criticadas y valoradas. Distinto es el caso de David Fincher, quien también fue superado por sus anteriores filmes al narrar el biopic de un joven multimillonario en Red social. Las atractivas historias que tiene acostumbrado adaptar Fincher, no se igualan a su lista filmográfica, viéndose además afectada su técnica de imagen claroscuro, débil y de hecho inadecuado para este género.
Mucho ruido…
Robert Rodríguez desde hace mucho amenazaba al mundo con adaptar la historia de su creativo personaje en Machete. Lo que pudo haber sido una historia sangrienta de un crudo personaje, terminó manifestándose como una caricatura barata aliada del gore, imágenes de desnudo, comedia y escenas disparatadas. Machete es el desencanto garantizado de un director que un día aspiraba ser un “Tarantino”, pero terminó siendo un parodiador de la ultra violencia; claro, haciendo caso omiso a sus filmes de corte infantil. Terry Gilliam, por su lado, logró una fuerte provocación con El mundo imaginario del Dr. Parnassus al evocarse un mundo surreal y de fantasía, algo típico en este director, quien supo graficar con una imaginación detallada, sin embargo, este filme fue argumentalmente débil y tedioso que ni sus mismas ensoñaciones lograron opacar.
Ocaso asiático
El cine asiático no deja de ser un boom en su filmografía, muy a pesar, fueron solo dos películas de este continente las que se proyectaron este año en las salas comerciales. La felicidad de vivir, anterior ganadora del Oscar por Mejor película extranjera, es un drama japonés con una temática humana y profunda como lo manifestaba el último Kurosawa o Zhang Yimou, este, lastimosamente, un estilo que está alejado de las temáticas transgresoras de los nuevos directores asiáticos. Así mismo Mongol, del país de Kazajistán, es un drama histórico sobre un emperador, narrado bajo las dinámicas del género épico hollywoodense. Ambas películas fuera de la nueva sintonía del canon asiático.
Lo nuestro
Han sido siete los estrenos de películas peruanas este año, ninguna diferencia con el número que se dio en el 2009, muy a pesar, es preciso valorar el gran paso que ha dado el cine nacional en este año. La presencia de nuevos directores, así como la nueva película de Francisco Lombardi, Ella, manifestándose en una faceta distinta a su estilo tradicional, son muestras de buen ánimo y madurez para el cine. Es necesario recalcar la película de Javier Fuentes-León, Contracorriente, demostrándose un género de drama que rompe con esa tradición temática sobre las luchas de clases, la pobreza o los tiempos de la violencia, tres dinámicas que casi siempre se han asistido en nuestro cine cada vez que se quería tocar este tipo de género.
La lista
Seis películas conforman mi lista, dos de las cuales son peruanas, siendo Paraíso una de los filmes que siempre tuve en mente incluir. Además de estas, no hay motivo por mencionar alguna otra película anteponiéndole un “tal vez” o un “podría ser”. Este año nuestra cartelera estuvo plagado de apariencias (los que parecían ser buenos filmes no lo fueron) y avistamientos (los que pensábamos llegarían a cartelera nunca llegaron). A continuación, la lista…
Criatura de la noche:
El director sueco, Tomas Alfredson, dirige una de las películas de horror más tiernas y perversas. La historia de amor entre un niño y una pequeña vampiro es la respuesta a la complementariedad de dos naturalezas que, a pesar de ser tan opuestas, son tan símiles. La soledad y la incomprensión son factores asociados a la vivencia de estos dos seres, uno maltratado anímicamente y el otro, maldito, en su lucha por sobrevivir. Alfredson asocia con gran habilidad las leyes de cine y lo comercial, no abusando del gore o de la sangre en extremo que es manifestada en forma exacta y precisa, asumiéndose un resultado profundamente estético.
El baldío y la hostilidad del barrio de “Paraíso”, conserva una complejidad significativa en su mismo contexto y, especialmente, en sus habitantes. El director peruano Héctor Gálvez documenta las vivencias y testimonios de un grupo de jóvenes que a pesar de encontrarse en una situación precaria y olvidada, germinan un aire lleno de optimismo que son incapaces de compartirlo más que en sus propios sueños. Gálvez no otorga discursos morales ni algún tipo de ideología. Su cine es contemplativo, con encuadres y secuencias ajustadas, diálogos cortos y una trama que se resiste a los detalles aglomerados.
Woody y sus amigos reaparecen con una nueva aventura en esta tercera secuela que sería, además, la mejor dentro de la saga. Realizado por el director Lee Unkrich y el guionista Michel Arndt, la industria Pixar mantiene sus laureles como una de las productoras en animación más ingeniosas y meditadas del medio. Con una trama humana y dinámica, los mismos juguetes se enfrentarán a uno de sus mayores e inevitables temores, ser desechados. Woody y los demás conocerán así a nuevos personajes los cuales contienen una personificación compleja, provocando una película que aspira a los géneros del cine western o carcelario.
Basado en un cómic, el director Matthew Vaughn dirige Kick-ass, película que grafica la historia de un (anti-)superhéroe producto de la generación geek. Hostigado por su vida como “uno más de su clase”, el adolescente Dave Lizewski toma riendas de su realidad convirtiéndose en un hilarante y patético superhéroe que luchará por la injusticia e, inclusive, contra su misma rutina. Con rasgos de comedia negra y ultraviolencia, Kick-ass se presenta como un filme sujeto a la nueva cultura de la imagen, desenfrenada y sin tapujos, citando a los clásicos superhéroes o haciendo referencia a películas de culto como Matrix o Kill Bill.
La obsesión por un caso sin resolver y el amor frustrado de una pareja son los ejes centrales de este drama con tintes de cine negro del argentino Juan José Campanella. Con un buen reparto encabezado por Ricardo Darín, este filme argentino construye e intercala lo criminal y lo sentimental, ambas realidades perennes en el historial de un sujeto maduro, agobiado por lo que nunca pudo concluir, uno provocado por las fuerzas de la corrupción, y otro alimentado por los prejuicios sociales y económicos. Bajo una precisa dirección de encuadres y un buen planteado plano secuencia, este filme contiene dos escenas memorables.
Octubre:
La religiosidad y el costumbrismo limeño se asocian en esta fábula que habla sobre la soledad; una triada de personajes que luchan por negarla y, en ocasiones, por apropiarse de ella. Los Hermanos Vega realizan un filme ingenioso desde su historia hasta en su manifestación fílmica. Octubre es simpáticamente irónica, una carcajada amable, reflexiva para sus personajes, sin ser una película moral. Narrada en tonos minimalistas, tomas cortas y encuadres fijos, los personajes se limitan a desenvolverse en una imagen que no se ajusta a sus repentinos movimientos, haciéndolo un cine contemplativo, una historieta cómica y encantadora.