En 1978, Meir Zarchi estrenó su única película titulada I spit on your grave, filme que se consideraba contenía algunos brotes del género splatter –lo que años después se conocerá como cine gore –. Esta película tuvo su aparición en escasas salas de EEUU, esto debido a que la censura en el cine recién cedía a este tipo de filmes transgresores que contenían un alto grado de violencia, lenguajes o tramas ofensivos, en algunos casos imágenes de sexo explícito, detalles que obviamente violentaba contra el círculo conservador de dicha generación. I spit on your grave ha sido considerada como una de las películas más perturbadoras de la historia según algunas listas fabricadas, es por esto que el filme de Zarchi observó su fama gracias a la clandestinidad, especialmente en Europa y otros países donde la censura no era tan lapidaria o vigilante.
Dulce venganza (2010) –o en título original también llamada I spit on your grave –dirigida por Steven R. Monroe, sigue el mismo argumento de su original, sin embargo, con un tratamiento distinto, fiel a los tópicos del actual “cine de carnicería”. Jennifer Hills (Sarah Butler) es una joven citadina que decide pasar sus días en una cabaña oculta en medio de los bosques para escribir una novela en proyecto. La trama ocurre cuando un grupo de foráneos la ultrajan sin reparo, siendo víctima de distintas humillaciones. Hills logra desaparecer como por arte de magia para luego retornar y desatar una nueva secuela de Saw. El gore es intenso, toda una “dulce venganza”, muy a pesar la trama es predecible, sin contar además que las maniobras infrahumanas, para muchos fanáticos del cine de terror de hoy, resultan ser una vuelta de tuerca, un bostezo recriminatorio al observar los mismos castigos de siempre a manos de un distinto verdugo.
La original I spit on your grave (1978) tampoco resulta ser una buena película, sin embargo, existen recursos que son provocativos, distingos que para su tiempo nunca fueron descubiertos –o dichos –debido a que la crítica tuvo una postura radical ante la misma radicalidad del filme. Los comentarios giraban en torno a la moral, el morbo y la misoginia, opacándose cualquier oportunidad de que salga a flote algún punto de vista distinto. El filme de Meir Zarchi dentro de todo logra superar al remake, y no por ser uno el original y el otro la copia, sino porque ciertamente el primero es más “original” que el segundo.
Como primera diferencia, Dulce venganza –si bien contiene la misma trama argumental –tiene un tratamiento que se ve afectado por las reglas que el cine comercial le exige seguir. Esto quiere decir que las escenas de venganza de la joven Hills serán su único propósito, es ahí donde el gore fluirá. Gran parte del remake de Monroe está dedicado a las escenas de ultraviolencia y cirugías sin anestesia. I spit on your grave (1978), sin embargo, hace más extensa las escenas del ultraje a la joven Hills. Desde ahí se entiende el porqué la película de Meir Zarchi es considerada como una de las más perturbadoras de la historia. Si por un lado Dulce venganza se encarga de ser más exigente en la vendetta, el filme original se esfuerza por ser más específico en el castigo a la joven Hills, algo que, por ejemplo, en el remake no se aprecia más que en una escena –más adelante la joven sufrirá un desmayo y no más se sabe lo que ocurrió –.
Zarchi tiene una psicología misógina desde una perspectiva conservadora, pero esta fílmicamente termina por ser más efectiva. Dulce venganza comete el grave error de ir al grano, muy a diferencia de I spit on your grave (1978) que se toma todo su tiempo para que el espectador odie –porque logras odiarlos en verdad –a ese grupo de malhechores que golpean, violan, humillan y vuelven a violar, una y otra vez a la indefensa Hills. Ya para cuando llega el momento de la venganza, “el plato está suficientemente frío” como para que el espectador disfrute del castigo a manos de su heroína. Obviamente Dulce venganza es gore puro, mientras que en la original no hay más que una que otra cortada. Dulce venganza, sin embargo, no da motivos suficientes para que el espectador se sienta conmovido por la joven Hills, tal vez hay una pena o lástima de por medio, pero la Hills de I spit on your grave (1978) conmueve, ofrece un sentimiento de impotencia, de rabia, es por eso que su venganza es más dulce que la misma Dulce venganza.
El remake, por otro lado, no tiene un buen tratamiento de sus personajes. Estos son débiles, flojamente estereotipados e inexactos. En I spit on your grave (1978) son cuatro los forajidos: el “nerd”, el “gracioso”, el “violento” y el “líder”. En Dulce venganza son cinco los violentistas: el “retrasado”, el “torpe”, el “violento” y el “líder”, un quinto que es nulo, demás. El caso del “violento” termina por ser uno más, esto debido a que es el mismo “líder” quien asumirá su postura violenta. El caso del “retrasado” es el más decepcionante. En el original la figura del “nerd” era una mezcla de sumisión, torpeza, lástima y odio. El “retrasado”, sin embargo, causa repugnancia, como alimentando esa mitificación de que el enfermo o lisiado es símbolo de defectuoso, de lo grotesco o la maldad innata. Por último, la figura del policía es el mejor aporte del remake –en la original no existe tal –, muy a pesar ya muchos conocemos la historia del lobo vestido de oveja, y si hablamos de la figura paternal, en la original el personaje del “líder” también era padre de familia.
Contextualmente ambos filmes se ubican en medio de un bosque, la diferencia está que en Dulce venganza este bosque es de espanto, lúgubre, escabroso; una especie de zona pantanosa con hedor a muerte se refleja en ese entorno, como “dramatizando” el escenario. En I spit on your grave (1978) la situación es diferente. El bosque está lleno de verdor y júbilo. Ya luego de las escenas de ultraje, el ambiente se torna espeso, el aire es opaco, las neblinas bajan como premeditando se acerca la venganza. Es mediante este escenario que I spit on your grave (1978) desarrolla su argumento más provocador: el beatus ille. Según Horacio, esta frase latina se interpreta como “dichoso aquel que vive en el campo, alejado de las banalidades de la ciudad”. En el filme de Meir Zarchi el mito del beatus ille se rompe. La trama consiste en una escritora que se retira de su vida citadina para encontrar paz e inspiración –ella escribe una novela –en la vida de campo, pero en lugar de eso encuentra el terror provocando además el brote de su instinto asesino. El bosque nunca deja de ser bello, sin embargo la fealdad aflora de la misma mano humana, de los hombres de campo, los que se criaron lejos de “lo banal”, pero que bien pueden ser tan crueles como los mismos hombres de la ciudad. Horacio se equivocó.
Dulce venganza no sorprende al estar siempre bajo la vanguardia de los mismos tópicos del cine comercial. El cine del género de terror es siempre constante, los mismos argumentos, los mismos enganches, fracturas de huesos, cortes de yugulares, carnes al rojo vivo, un cine de reacción más no de motivación, algo que si logra I spit on your grave (1978) de una forma cruel y despiadada, creando así un puente entre los filmes que son recordados y los que son olvidados. El cine si bien es ficción, este tiene la capacidad de irrumpir nuestra realidad, de perturbarnos aún así sepamos a ciencia cierta que lo que acabamos de ver no es real, pero sin embargo lo tomamos por posibilidad. Aquel filme que motiva eso, ya ha cumplido con su propósito; nos ha emocionado.