Son solo siete las
películas estrenadas en la cartelera local las que me provocaron gran
satisfacción. Tal vez no se conviertan en mis películas de cabecera, pero al
menos sé que en un futuro las querré volver a ver. Esto porque me emocionaron.
Porque no me decepcionaron, o pueda que solo ciertos detalles, aunque no lo
suficiente como para querer reciclarlas. Estas siete además me invitaron a evocar otras
películas o a pensarlas por sí solas, incluso después de pasada las horas o los
días. Por lo tanto, no las he olvidado con facilidad, y eso es significativo
dada mi frágil memoria.
Hubieron más películas
que me gustaron, pero prefiero dejarlas de lado porque sé que no las buscaré.
Tal vez las reencuentre más adelante en algún canal de televisión. Entonces las
veré con buen humor, pero no por deseo, sino por rutina o por pura casualidad.
No le veo la gracia citar películas por descarte o para llegar al menos a un
número estimado de películas.
Esta selección entonces
es sincera. Son películas que tengo deseos de volverlas a ver. Las
otras me gustaron, pero esperaré a que sean ellas las que me encuentren. Las
siguientes, son las que recuerdo con ansias:
El terror y el drama
comparten una estrategia en común. La familia es el cuadro perfecto para
trastocar las sensibilidades, sea mediante el sufrimiento físico o el emocional.
Lo imposible se convierte en la
contemplación de ambos estados, representando ambos géneros, pero siempre
abierto a una historia realista. Lo realista no entendido como “basado en
hechos reales”, sino por la misma franqueza de las imágenes. Juan Antonio
Bayona es gráfico al momento de representar el dolor. Generar la angustia no morbosa,
sino sensible. Su cierre es incluso una evocación a los próximos rezagos de una
devastación natural y familiar.
The Master
Lancaster y Freedie es
a Drácula y Reinfield. Amo y sirviente; pero sirviente defectuoso, tanto
psicológico como físicamente. Se le ve en sus tics, en su postura encorvada,
casi atrofiada. El rostro que expresa locura y dolor. Hay devoción, pero
también hay rechazo, uno volcado al “padre”; ¿mesías o farsante? Lancaster es a
veces palabra y en otras es mito. The
master es todo un enigma propio de toda secta. El misterio aquí es
fundamental, desde la fórmula de un brebaje hasta las teorías sobre la
inmortalidad. Paul Thomas Anderson es provocadoramente insinuante. Joaquin Phoenix
y Philip Seymour Hoffman; acertadamente sugestivos.
Amour
Se inicia con una
introducción que pone en claro su innegable y fatídico desenlace. Es una muerte
anunciada, pero que sin embargo no halla lo trágico en su final, sino todo lo
contrario. Amour es una película sobre
el martirio, tanto físico como emocional. La convalecencia de un enfermo es
también la del guardián. Ambos sufriendo de los síntomas, los que dañan la
salud de una mujer y los que desgastan el alma de un hombre. Michael Haneke
enclaustra a una pareja y funda en su rutina una pesadilla. Es la impotencia
sobre cómo el sufrimiento se dilata, la pesadilla se cristaliza e incapacita al
ser. Cómo termina, es solo una salida piadosa del filme.
El matrimonio Warren son
investigadores paranormales, y a diferencia de otras empresas, ellos fusionan
dos conocimientos de naturalezas opuestas. Uno es científico y la otra
espiritista. Es decir, ciencia y misticismo se alían para poner al descubierto
al agresor intangible. James Wan con El
conjuro se las ingenia para componer lo verosímil desde dos mecanismos. Es
el terreno del escepticismo avalando las leyes paranormales, y es además el
relato ficcional invadiendo la no-ficción. El principio del filme, más que presentarnos
una historia de terror, nos introduce a un testimonio familiar. Son documentos
y fuentes las que la protegen.
La memoria y el tiempo
son dos catalizadores en la historia de amor de una pareja. Son los recuerdos
sucedidos hace dieciocho, nueves años. La construcción de una fantasía y su
tránsito a lo real. Lo idílico se enfrenta hoy a la rutina. Todo sucede en un
lapso de tiempo, y esto se torna irrecobrable. Entonces se genera la nostalgia,
la angustia, la crisis. Antes de la
medianoche es una contemplación a la convivencia marital, asediada de
añoranzas, actos fallidos, fracasos lejanos, pero en medio de eso, la fantasía
lucha por reconstruirse. Richard Linklater compone su historia en base al
tiempo. Son los mismos personajes, pero regenerados. Heráclito funciona.
Similar al encierro,
la amplitud dimensional del espacio exterior puede también generar
claustrofobia y aislamiento. La naturaleza impresionista del paisaje que evoca
el tópico del “beatus ille”, es también promotor de un desajuste emocional, donde
el retiro se convierte en pesadilla y la soledad desconcierta. Gravedad se sirve de la simulación
óptica para provocar confusión. Alfonso Cuarón asocia y explota el manejo de
cámara y la profundidad de campo al ritmo de la ilusión gravitatoria. Es el
primer plano de un rostro que siembra el pánico, mientras el fondo gira sinuosamente
con violencia. Dos sensaciones ajustadas al mismo plano.
Capitán Phillips
Paul Greengrass juega
a dos bandos. Son los tripulantes de un navío mercante y los piratas somalíes.
Las víctimas y los agresores. Hay habilidad en la estructura sobre cómo
construye y retiene el suspenso. El cazador intimida. La presa genera
estrategias, incluso cautivo. Capitán
Phillips sin embargo provoca admirarla desde un sentido más agudo. El
realismo de sus imágenes invita a pensar sobre las dinámicas de la “otredad”. Los
personajes ya no como individuos, sino como parte de. Entonces se devela una
sutil reivindicación al agresor: es consecuencia de la pobreza. Mientras tanto,
patrullas de rescate no salvan, sino “cumplen” misiones.
Preferidas en circuito
de Festivales
La casa de Emak Bakia
(Oskar Alegría, 2012)
Fango (José Celestino Campusano, 2012)
The act of killing (Joshua Oppenheimer & Christine Cynn, 2012)
Leviathan (Lucien
Castaing-Taylor & Verena Paravel, 2012)
El sonido alrededor (Kleber
Mendonça
Filho, 2012)
Heli (Amat Escalante,
2013)
Stories we tell (Sarah Polley, 2012)