Dos apuntes antes de
ir con la lista. Respecto al cine nacional, cuatro estrenos en la cartelera
merecen mención: Django sangre de mi
sangre (Aldo Salvini, 2018),
Wiñaypacha (Óscar Catacora, 2017), Rosa
Mística (Augusto Tamayo, 2018) y Vientos
del Sur (Franco García, 2018). Caso Rosa
Mística, la única película que no he comentado en el blog, valoro el
retrato ambiguo que define a la figura de la beata. Si fue consciente o no, la
protagonista escapa del estereotipo no solo fílmico sino dentro de su coyuntura
ficcional. Se puede sugerir una lectura vanidosa y transgresora, o hasta
feminista, cuestiones que desencajan con la representación conservadora que se
le asocia a todo lo que venga de la ideología católica, y qué decir en tiempos
del Virreinato. No deja de atraerme además el versus que se gesta entre la hija
y la madre. Es como una simulación de costumbrismo versus modernidad. Las
escenas de confrontación sacan también lo mejor de los roles actorales.
Fiorella Pennano y Sofía Rocha están un paso adelante del resto del elenco. En
su trabajo técnico, la iluminación es el punto fuerte del filme, define y hasta
remarca el dramatismo. Es un filme sobre una santa con dudas y epifanías,
siendo la luz un traductor de su ánimo.
Respecto a los
estrenos no comerciales, de los que pude ver, menciono: Lima grita (Dana Bonilla y Ximena Valdivia, 2018), Mataindios (Óscar Sánchez y Robert
Julca, 2018) y Casos complejos (Omar
Forero, 2018). Se comentó en el blog el documental de Lima grita. Caso Mataindios,
retrata el itinerario de una fiesta patronal mediante un registro peculiar y
sugerente que hace se contenga la dirección de su historia. En Casos complejos, somos testigos de la
rutina del sicariato y la de un juez intentando cazarlos. El humor y hasta la
fantasía crea un contraste inquietante frente al panorama social. Ambas
películas aguardan estreno para el 2019, así que en su momento se ampliará los
comentarios a estas. Ahora, si englobamos las películas mencionadas, tanto las
de cartelera como fuera de esta, se puede apreciar cómo este año el cine peruano
ha podido ampliar sus propuestas. Se ha visto en cartelera un cine que convoca
masas, pero que no deja de definir una personalidad propia, un estreno en
aymara, una película cusqueña, un drama de época. En el circuito de festivales
se vio un documental experimental dirigido por mujeres, un cine de autor fuera
de la capital y una comedia que escapa de las convenciones de ese género.
Mi segundo apunto
tiene que ver con una elección a mi lista. Tengo mis dudas respecto a la
inclusión de Roma. Sucede que su
historia me es indiferente, sin embargo, y más aún luego de leer los
comentarios de Ricardo Bedoya y Emilio Bustamante, la formalidad con que se
funde la película de Alfonso Cuarón me es estimulante. Me reafirmo en decir que
la dramática que emplea Cuarón llega a ser excesiva y hasta calculadora. Misma pretensión
se manifiesta en Hijos del hombre (2006),
en la escena del “Tomorrow” salvando a refugiados, en Gravedad (2013), en el (re)nacimiento de Sandra Bullock llena de
placenta y aprendiendo nuevamente a caminar, mientras que en Roma, en la escena en donde Cleo hace su
purga emocional. Los protagonistas de Cuaron siempre terminan frente al mar.
¿Qué más simbolismo dramático que ese? ¿Para qué nombrar así al barco,
convertir a Bullock en una neonata u obligar a confesar a la criada?
Frente a esto, se
encuentra el valor del montaje perceptible en sus planos secuencias. Cuarón “cancela”
la acción –en su deseo de graficar la rutina individual y social– mediante la
representación del espacio. No se trata de un tiempo muerto, sino la contención
del drama. Eso nos remonta a las bases del neorrealismo. Por ejemplo, en varias
secuencias de El ladrón de bicicletas
(1948), De Sica registra la larga caminata de un hombre que busca a un ladrón.
Una edición no solo condensaría el tiempo, sino también la acción invisible, en
este caso, la del hombre conservando o perdiendo las esperanzas. Es la acción
emocional expresa de una manera no clásica. Caso en Roma, el espacio, incluso con la cámara estática, siempre está en
movimiento/acción –detalle que, según Bustamante, la coloca a otro nivel del
neorrealismo–. A esto se suma chispazos dramáticos que contrastan con lo
rutinario. Un auto frena en seco, niños perdidos o la escena en la salida de un
cine. Es el tránsito de lo cotidiano a lo revelador. Ahora, está también el
debate externo que provoca la película. Roma
difundida como un homenaje que rebela un inconsciente –la escena final – que traiciona
al mismo tributo. Esas reflexiones me obligan a darle el beneficio de la duda a
Roma.
Sin más, estas son las
películas que más me estimularon este año.
Cartelera
The Florida Project (Sean Baker, 2017)
Phantom Thread (Paul Thomas Anderson, 2017)
Hereditary (Ari Aster, 2018)
Lean on Pete (Andrew Haigh, 2017)
Roma (Alfonso Cuarón, 2018)
(*) No incluyo Zama o Wiñaypacha, películas mencionadas en mi lista del 2017.
Festivales y
muestras
Muere, monstruo, muere (Alejandro Fadel, 2018)
Un asunto de familia (Hirokazu Koreeda, 2018)
Cléo & Paul (Stéphane Demoustier, 2018)
Cold war (Pawel Pawlikowski, 2018)
The rider (Chloé Zhao, 2017): Lo que diferencia a su protagonista con los de The lusty men (Nicholas Ray, 1952) o Junior Bonner (Sam Peckinpah, 1972),
también glorias del mundo del rodeo resistiéndose al retiro, es que aquí no se
trata de un antihéroe, alguien que ha fabricado su propio destino o es dueño de
una personalidad áspera a la línea de la fantasía cowboy. En cierta manera, Zhao observa a su protagonista como presa
de una realidad social, lugar de vicios y familias disfuncionales, en donde el
rodeo le fue impuesto por una herencia machista. Lo cierto es que este
protagonista no reconoce al rodeo ni como oficio o insignia de su virilidad,
sino como rutina de purificación y hasta de redención. The rider es la caída de un ídolo que abraza una práctica que
descubre su lado auténtico, sensible y apasionado. Se percibe en las escenas de
entrenamiento a los caballos. Son escenas bellísimas. El vínculo entre el
hombre y el animal es emotivo y genera sosiego, y a la vez un gran contraste ante
los achaques físicos y la frustración que sufre el personaje. Es también una
película sobre los vínculos familiares anteponiéndose a la crisis social, algo
que ya había planteado la directora en su anterior filme.
Vistas en Circuito
Alternativo
Terremoto santo (Bárbara Wagner y Benjamin de Burca, 2017): Un musical de
una obvia inclinación ideológica. Wagner y De Burca registran los cánticos de
evangelistas brasileros compuestos por letras demandantes, premonitorias y, en
cierta manera, persuasivas. Lo cierto es que mucho de esa persuasión se le debe
al trabajo técnico impecable de los directores. El desplazamiento de cámara, la
iluminación, la combinación de planos y angulaciones, son detalles que le
otorgan dramatismo y sensibilidad hasta al discurso más conservador. Este
cortometraje no tendrá el mismo nivel lírico que gesta otro documental como Olimpiada (Leni Riefenstahl, 1938), pero
antoja compararla debido a cómo el cine aquí también podría funcionar como
herramienta/filtro para digerir ciertas ideologías que podrían cuestionarse con
mayor espontaneidad dentro de otra plataforma.
Al otro lado delviento (Orson Welles, 2018)
First reformed (Paul Schrader, 2017): Diario
de un cura rural (Robert Bresson, 1951) ambientada en la sociedad
estadounidense actual. Un sacerdote y un acto epistolar como medio de
depuración. Su diario es su conciencia liberando ocasionalmente a lo
inconsciente. Ethan Hawke interpreta a un clérigo no clásico, no solo por su
personalidad ambigua, lejano a la fantasía de la consagración, víctima del
alcoholismo y el resentimiento, sino también porque su mentalidad ha creado un
consenso entre la palabra divina y la científica. Y es a raíz de este
pensamiento que emerge o percibe los conflictos no espirituales. La insatisfacción
social, un síntoma global, abre paso a la paranoia y la revolución radical.
Schrader retorna a sus raíces. Así como en Blue
collar (1978), esta película resulta ser una demanda a las dinámicas
egoístas dentro del ámbito social y laboral que dejan estragos que son mínimos
ante los ojos de sus autores, pero son desmesurados ante el juicio de las
víctimas.
Keep the change (Rachel Israel, 2017): Desde Howard Hawks hasta Norah
Ephron, ellos amarían esta película. Inicia con el tipo aburrido y hasta
estirado, luego entra en escena la tipa vital y excéntrica. Se forma una
relación extraña y hechos disparatados. ¿Amor libre o amor formal?; he ahí el
dilema. Se emprende la etapa de comedia sofisticada, la mujer, cual Peter Sellers,
siendo el punto de contraste ante la socialité
y poniendo de cabeza la reunión. Vienen las dudas, las redenciones. Momentos
dramáticos y románticos. El filme camina a la línea de una típica comedia
estadounidense, lo cierto es que sus personajes no tienen de típico. Ellos son
autistas. Israel desarrolla una historia llena de humor y drama que no deja de
repetir “es parte de su naturaleza”. A diferencia de los tantos actores que
protagonizaron alguna screwball comedy,
los actores de Keep the change asumen
sus comportamientos reales. Ellos no han aprendido a ser faltosos o alocados,
simplemente nacieron así. Es un paso adelante respecto a la ruptura de tabúes,
algo que por cierto se hace una y otra vez en esta película que tiene la
irreverencia de cualquier sketch de
Sacha Baron Cohen.
Won’t you be my neighbor? (Morgan Neville, 2018): Un documental que todo padre
de familia o educador debería de darse la oportunidad de ver. Morgan Neville
desarrolla un filme que, a pesar de ser un homenaje y panorama al legado de
Fred Rogers, no encubre cualquier cuestionamiento que pudiese inferir con la
ideología de este presentador de televisión. Tal vez haya sido formador de una
generación egocentrista y hasta conformista, sin embargo, el descargo del
gestor se pronuncia. Rogers es un personaje complejo, como la misma naturaleza
humana, la que incluye a la misma infancia. De pronto el documental, a
propósito de marionetas y alter egos, descubre una lectura de la represión, ésta
liberada a manera de resarcimiento social. Se define a Rogers como un
comprometido social, pionero del uso de la televisión como medio educativo
antes que utensilio de entretenimiento, transgresor de los tabúes sociales que
inútilmente se le oculta a los niños, un moralista abierto a los pensamientos
que no atentan contra el respeto a la identidad personal. Es además Rogers y el
paso del tiempo, la trascendencia y mirada de incertidumbre ante la actualidad
o el futuro de un EEUU moralmente decadente.
Minding the Gap (Bing Liu, 2018): Un documental que funciona como terapia
emocional tanto para su autor como para los otros dos personajes en los que se
centra. Minding the Gap es un filme
sobre la paternidad disfuncional, aquella que ha fracturado las personalidades
de los hijos que han vivido dentro de un entorno en donde la violencia había
sido normalizada. El skateboarding es
solo el impulso, el punto de reunión, la excusa para coincidir a estos amigos
que encontraron en este deporte su medio de escape o liberación frente a una
realidad social que está trascendiendo en la familia estadounidense promedio.
Liu compara su testimonio con el de sus compañeros y en medio de las
coincidencias biográficas curiosamente no hace esfuerzo por lapidar al culpable,
más sí genera conciencia de las acciones. Las causas de la violencia doméstica
figuran como síntomas que en algún punto se han regulado y consentido. Clave es
la historia de uno de los personajes. Mientras que se define el pasado de los
otros, el presente del tercero da pauta de dicha realidad vigente.
Under the Silver Lake (David Robert Mitchell, 2018): A la línea de su It follows (2014), Robert Mitchell
fabrica un filme en esta ocasión con más referencias, y no solo desde una visión
filmográfica, sino cultural. Todo inicia con una extraña desaparición, el
protagonista hitcockiano, común y voyerista,
obsesionado con un personaje y una serie de símbolos y pistas que lo van
llevando a algún lugar que no logra entender. Under the Silver Lake es un neo
noir ambientando en una coyuntura actual pero que posee una personalidad
anticuada, desde su banda sonora hasta la fascinación y paranoia por los temas sobre
conspiraciones, típico de los 50. Es también una ruta hacia lo excéntrico,
aquello que deviene del protagonista, movido por una motivación absurda y
encaprichada, así como del propio entorno, plagado de recovecos y contraseñas
que intentan definir el lado oscuro y desconocido del imaginario estadounidense,
consomé de fantasías inventadas por los patrones de la nación con intención de
orientar al común. En efecto, así como lo ha realizado varias veces el cine
David Lynch, Robert Mitchell hace su propia lectura posmoderna de lo clásico.
Vistos por primera
vez
I bambini ci guardano (Vittorio De Sica, 1944): La inocencia infantil expuesta a
la hipocresía de la sociedad fascista.
Pitfall (André De Toth, 1948): Un sujeto con remordimiento de conciencia y un
intimidante Raymond Burr.
Stars in my Crown (Jacques Tourneur, 1950): La fe, la ciencia y la idea de
nación de EEUU vista desde un pequeño pueblo.
Lo strano vizio della Signora Wardh (Sergio Martino, 1971): No recuerdo
una giallo con tantos giros en su
trama.
Jungle fever (Spike Lee, 1991): La hipocresía interracial en las
comunidades que conforman una misma ciudad.
Caramel (Nadine Labaki, 2007): El cotidiano en un microcosmos femenino.
Memorable escena de un erotismo sugerente.
Samson & Delilah (Warwick Thornton, 2009): Amores excéntricos y sinceros en
medio de una miseria optimista.
Más allá de las montañas (Jia Zhang Ke, 2015): Una época de cambios que define
desarrollos (económicos), pero también estancos (emocionales).
Apunte fílmico
La creación de la
plataforma online del director Nicolas Winding Refn es una iniciativa que
merece encontrar sus similares. En bynwr.com puedes acceder de manera gratuita a un
breve catálogo de filmes estadounidenses poco difundidos de carácter de culto,
la mayoría de explotación. Ahí están Shanty tramp (José Pietro, 1967), una
viñeta de una comunidad sureña de los sesenta, o If footmen tire you what will horses? (Ron Ormond, 1971), una extravagante
propaganda anticomunista cristiana con situaciones gore. El catálogo se divide
por capítulos (va en su tercero), cada uno abordando un tema conformado por
tres películas y sus respectivos ensayos. Solo el primer capítulo tiene
subtítulos disponibles en distintos idiomas. Para trascendencia de la web en
países de lenguas no inglesas, es necesario se habiliten subtítulos para el
resto de capítulos.