“Ese no es mi perro”, dice una de las personajes señalando a su perro, y ya me queda claro hacia dónde va la película. Little Joe (2019) hace una relectura a uno de los clásicos del cine de terror y ciencia ficción. Su historia consta en un proyecto de científicos interesados en criar una planta capaz de emitir un aroma que le otorgue felicidad a los humanos. A primera vista, luce como una proeza de fines benevolentes; sin embargo, los medios éticos a revelarse más adelante serán cuestionables. Sin intención de promover un mensaje ecologista, apenas una reflexión científica, la nueva película de Jessica Hausner apunta a un relato en donde el suspenso crea la pauta dramática. Alice (Emily Beecham) no solo ha modificado la genética de esas hermosas plantas bautizadas como “Pequeño Joe”, sino que además ha atentado contra el fin natural de cualquier ser vivo: la reproducción. He ahí la contradicción moral de la científica al obstruir la preservación de una especie para garantizar la suya. A esto se suma que se infiere la existencia de un interés financiero que podría fundar una nueva industria. En síntesis, estamos hablando de la proyección de un escenario que está a punto de degradarse a propósito de la negligencia humana.
¿Qué tan serias serán las consecuencias? ¿Existe acaso un efecto colateral o riesgo en criar a una especie contranatural? He ahí el ejercicio del suspenso. Little Joe revela el conflicto para cuando Alice comienza a percibir ciertos cambios que aparentan normalidad, pero que no dejan de extrañarla. De pronto, la idea de que una mujer no logra reconocer a su mascota en lo que figura ser su mascota es una semilla que no dejará de incomodarla, especialmente cuando ella ha empezado a padecer esa misma “demencia” al notar ciertos cambios en un cercano suyo. ¿Dónde hemos visto una película sobre personas testificando que sus parientes han perdido su esencia, su chispa, su humanidad? ¿Qué película nos relata una historia en donde un ámbito es víctima de una paranoia ascendente, una historia que en donde no sabes quién es humano y quién ha dejado de serlo? Hausner hace una lectura a Invasion of the Body Snatchers (1956), ese clásico de Don Siegel sobre una comunidad siendo invadida por una raza extraterrestre usurpadora de cuerpos, dispuesta a erradicar la raza humana al apoderarse de sus identidades; hoy en día, interpretada como una historia fantástica, pero que en su momento fue una alegoría a la paranoia roja, en donde los estadounidenses en plena Guerra Fría creían que los comunistas se infiltraban anónimamente en sus comunidades.
Claro que Little Joe está lejos de la fantasía y de los seres del espacio exterior, y más bien se apoya en una posibilidad científica. Es una película además que tiene una personalidad propia en su atmósfera y el modo cómo conduce la acción. Mientras que Siegel estimula la paranoia, en principio, en espacios cerrados, Hausner la promueve a partir de la necedad de la protagonista, quien se resiste de digerir la paranoia —provocando paranoia en el espectador— con la intención de salvaguardar a sus preciosos “hijos”. Por otro lado, Invasion of the Body Snatchers funciona como un thriller al ser su protagonista un hombre de ciencia que mediante una búsqueda de pruebas se va convenciendo de la realidad. En tanto, en Little Joe las pruebas llegan a Alice, quien en su lugar tarda en proceder, expandiendo la tensión. Ella también es mujer de ciencia, muy a pesar, sus intereses priman de por medio. Little Joe es un crédito más para la filmografía de Jessica Hausner, una directora que, a pesar de tener ciertos puntos coincidentes, sus historias, sus modos de tratamientos, están en una continua renovación, exploran nuevos géneros, estéticas, tecnicismos. En comparación con sus filmes más cercanos, esta es menos subjetiva sin escalar a lo convencional.