En Medea (1969), de Pier Paolo Pasolini, vemos varias versiones de la personaje de la mitología lidiando con ese profundo resentimiento que tiene hacia su esposo, Jasón, hombre que la abandonó para asegurarse un lugar en el trono de Corinto. En todas esas imaginaciones, Medea resulta más humillada que en el principio, sea fruto de la abnegación o la rebelión. En todas, además, ella termina matando a sus hijos. En algunas, son un gesto de venganza; en otras, un acto de ponerlos a salvo del abandono o exilio seguro. Lo que me queda en duda de esta película es si Pasolini juntó todas esas versiones a manera de hacer un compendio del relato mitológico o fue por deseo de recrear la mente de Medea imaginando o barajando cuál sería la alternativa más conveniente para lidiar con esa “invisibilidad” de la que fue víctima. A partir de esto, podemos crear una dialéctica entre la Medea de Pasolini y Laurence (Guslagie Malanda), protagonista de Saint Omer (2022). Ambas mujeres renuevan sus alegatos de sus crímenes filicidas. Laurence, desde cierta perspectiva, parece “burlarse” del jurado. Un día dice una cosa, al otro día dice otra. De pronto, tenemos más de una versión o posibilidad que la empujó a hacer lo que hizo: matar a su hija de 15 meses de nacida. Sea cual sea la verdad, la Medea de Pasolini nos ayuda a comprender la reacción y acción de Laurence.
jueves, 20 de abril de 2023
XIV Festival Al Este: Saint Omer
miércoles, 19 de abril de 2023
XIV Festival Al Este: EO
A diferencia del rucio de Robert Bresson, el de Jerzy Skolimowski está siempre en el cuadro de acción. Lo que vemos es lo que se asoma ante los ojos del animal. En Au hasard Balthazar (1996), en varias ocasiones el animal está fuera de la escena convirtiéndose su presencia en un leit motiv que alegoriza cómo la humanidad parece poseer una semilla de la maldad congénita. Ni si quiera el ámbito rural persuade ello. Lo de Bresson es una historia que contradice el tópico del campo como escenario bucólico. Tomando en cuenta los escenarios de sus otras películas, dónde sea y en la edad que sea, el humano es sujeto incivilizado. En tanto, el animal se convierte en paredón de toda esa crueldad. He ahí el punto de coincidencia con EO (2022). El inocente héroe de Skolimowski, además de ser una prueba tentativa de que el instinto es menos peligroso que lo racional, comienza a reconocer cómo la maldad de la humanidad no es una exclusiva de los circos. Esta se expresa en diversos ámbitos, a través de diferentes individuos o sectores sociales. Incluso la “benevolencia” de una joven, su única compañera, tiene cierta mancha de complicidad. Estamos ante una realidad dominada por una especie controladora que posee el impulso por oprimir a los débiles. Es una mentalidad acondicionada en la conciencia humana: si es frágil, entonces puede ser fuente de explotación. Y eso es algo que definitivamente más de uno querrá asaltar.
martes, 18 de abril de 2023
XIV Festival Al Este: The Quiet Girl
Del 19 al 29 de abril, se realizará una nueva edición híbrida del festival Al Este.
Me causa cierto asombro cómo es que esta modesta película resultó llamar la atención de los miembros de la Academia al incluirla entre las candidatas finalistas a la sección de Mejor película de habla no inglesa en la reciente edición de los Premios Oscar, ello tomando en cuenta que actualmente hay una fuerte influencia en que el filtro de valoración del jurado atienda o priorice ciertos temas de la coyuntura. Lo único que se me ocurre es que tal vez algo haya tenido que ver el idioma de esta película. Personalmente, no he visto una hablada en el irlandés o gaélico irlandés. Titulada originalmente como An Cailín Ciúin (2022), esta narra la historia de una niña, la menor miembro de una familia disfuncional habitante de una zona rural del país. Este es un retrato de una vida retirada en el campo que se nos presenta con un aire lánguido. Hay mucho sentimiento de frustración en este panorama que descubre a una niña asediada por la precariedad. No solo es la pobreza la que embarra su brillo inocente. Aquí hay también mucha negligencia, tal vez motivada por la ignorancia propia de la limitación de recursos o el retiro. Ahora, esto no implica que su director Colm Bairéad esté netamente comprometido a hacer una película con alguna reflexión o crítica social. Su motivación es más bien rescatar ese estado cálido y placentero que emerge del contexto rural, a propósito de la fantasía de lo bucólico que la literatura popular occidental le concedió a ese escenario.