El último filme de
Rebecca Miller se emparenta a ciertas premisas del cine de Woody Allen. Si bien
la historia de Maggie (Greta Gerwig) no padece algún germen neurótico, sí tiene
mucho de planes precipitados que evocan a los enredos del corazón o relaciones
personales o de parejas. Tiene personajes siendo infieles a uno y siendo fieles
a sí mismos. El filme de Miller gira en torno a un universo del egocentrismo y
las pretensiones. Sus mismas resoluciones consultan al destino o el azar (ese
recurrente más reciente en el cine de Allen). El plan de Maggie (2015) se desarrolla sin embargo bajo normativas prácticas
y demandas de la actualidad. El individualismo en este caso se gesta a propósito
de una mujer independizada de la masculinidad. Se habla sobre la maternidad por
medio de la fecundación asistida. Se desarrolla un academicismo pretensioso
evolucionado producto de la postmodernidad y sus tantísimas lecturas
comparadas. Su misma producción, que convoca a figuras “indies” del ayer y del
hoy, se alinea a una nueva forma del cine independiente en EEUU (un ejemplo del
cine indie más comercial).
El plan de Maggie inicia con una resolución clara. Maggie está decidida a ser
madre soltera. La repentina aparición de John (Ethan Hawke) terminará por
volcar sus planes a futuro. Maggie entonces pasa de su plan inicial a ser
esposa, madre de su hija y de los hijos de su nueva pareja. La desilusión (tal
vez síntoma de lo precipitado) embarga a la mujer al observar una vida que no
esperaba. Decide entonces emprender un nuevo plan. Miller crea una comedia
protagonizada por egoísmos en escalas distintas y personajes en busca de una
asistencia emocional. Como en los filmes de Allen, la erudición académica de
los protagonistas no tiene nada que ver con su saber emocional, muchos menos si
esta implica un tema como el amor. En cierto punto de la película, Maggie y
Georgette (Julianne Moore), ex esposa de John, traman con cordialidad un futuro
interesado, aunque “beneficioso” para todos. Es la ética saliendo del contexto,
pero sin convocar lecciones de moralidad. El
plan de Maggie es fluida y entretenida. Tiene el dinamismo y la trama de un
cine convencional, sin dejar de ser indie
(o como se le llame a ese tipo de industria).