Hasta el 15 de abril la plataforma de Festival Scope presenta de forma gratuita una selección de documentales presentados en el festival de Cinéma du réel. No se lo pierdan que hay una interesante selección. Aquí una crítica a una que no deben dejar pasar.
¿Por qué rememorar un
acontecimiento “saldado” que ocurrió tres décadas atrás? Al margen de los
compromisos coyunturales específicos que desee ligar la directora con este
documental, existe una razón universal que no precisa de excusas para volver a
desenterrar una vieja vergüenza. Waldheims
Walzer (2018) clama por un llamado urgente a la memoria. La regresión a una
temporada infame de la política austriaca, más allá de repasar un evento
puntual, es ejemplo del porqué la Historia y la humanidad deben de tener un
vínculo eterno bajo una dialéctica constante. La memoria no reconoce eventos
saldados. La historia no deja por concluido ningún hecho. Kurt Waldheim, ex
Secretario General de la ONU durante la década del 70 y además ex oficial vinculado
con el nazismo que tuvo protagonismo en la deportación de tantas vidas humanas
que fueron a parar a los campos de concentración durante la Segunda Guerra
Mundial, si bien ya no forma parte de un presente, su trayecto político no ha
dejado de ser tema pendiente.
Ruth Beckermann, a
través de este documental construido íntegramente por material de la época que
nos asienta a las fechas previas al dictamen final de las elecciones
presidenciales de 1986 en Austria, narra los instantes de la campaña de Waldheim,
entonces candidato al cargo presidencial, y la campaña en su contra que se
originó a raíz de la revelación pública de su pasado. El fin de la Segunda
Guerra hacía poco había conmemorado su 40 aniversario, sin embargo, un
personaje con credenciales nazis estaba a un paso de gobernar uno de los países
más golpeados por el exterminio sometido por el Nacional Socialismo Alemán. Waldheims Walzer hace una identificación
de juicios viles y negligentes. En principio, el mismo Waldheim, negando sin
rubor un pasado terrible, ciñéndose a su rol de candidato de derecha popular,
conservador, padre de familia, cristiano y amante de los caballos. Es un
cinismo a alta escala a vista del mundo espectador, el cual, en continuación,
revela una negligencia compartida por dos sectores: la constitucional y la
pública.
Es acertado cómo este
documental congrega las voces y perfiles que componen toda marcha electoral:
los medios de comunicación, la pronunciación internacional, tanto la oficial
como de opinión especializada, compuesta en gran parte por la comunidad
agraviada, y además la polarización del público electoral, el que a fin de
cuentas será el que otorgue el fallo final. Lo cierto es que la negligencia se
manifiesta en dos sectores. Lo constitucional que hizo caso omiso a las
credenciales de un villano que increíblemente fue delegado de la ONU; lo
público o el electorado que manifiesta una proporción que ha heredado el
antisemitismo. Waldheims Walzer
reconstruye una temporada de una manera que luce contemporáneo o, por lo menos,
un pasado no muy lejano. Ruth Beckermann subraya esa carencia, el de una
memoria fresca representada por una colectividad superior que sepa actuar con
coherencia en los instantes en que se pisotea la dignidad humana, imponiendo respeto
por lo que es irreparable y no tendría que repetirse. La idea de hacer regresión
a ese período es el de anticipar a una catástrofe moral similar que nunca
reconoció las disculpas o castigó a sus actores.
Mira gratis The Waldheim Waltz en este link previa suscripción (solo subtítulos en inglés disponibles): http://bit.ly/2Ira67T