En su último filme los
hermanos Safdie retoman ese encantamiento por los personajes de rutina y oficio
degradado que protagonizaban la historia de Heaven
knows what (2014). Sin embargo, existe una distinción abismal entre su
anterior película y Good time (2017).
Mientras que Heaven knows what padece
de una trama pasmada y dependiente de una morbosidad suburbana, en su más
reciente filme apunta a un cine de género, en este caso, el thriller, gestándose
–especialmente en su principio– un dinamismo en su trama. Dos hermanos realizan
un golpe a un banco y las cosas se complican. El conflicto llega con anticipo y
la acción no parece tener freno; o al menos esa es la impresión que otorga su
bien colocada y fundamental banda sonora. Sospecho incluso que sin la música de
fondo este filme reduciría considerablemente su nivel de estímulo.
Good time acontece en no más de 24 horas. El encarcelamiento de uno de los
hermanos, servirá de impulso para que el otro busque desesperadamente el dinero
para pagar la fianza correspondiente. ¿A qué se debe la exigencia de premura en
esta búsqueda? Sucede que el encarcelado sufre de leve discapacidad mental. Connie
(Robert Pattinson) está a contrarreloj. Mientras más tiempo se encuentre
aislado su hermano menor, más son los riesgos de que le pase algo y que además
termine en una asistencia mental. De
esta forma los Safdie ejercen presión. El ritmo acelerado está calibrado en
base a qué tan cerca o lejos se encuentran los dos hermanos, quienes mantienen
una relación de vigilante y protegido. Muy a pesar, por mucho que la acción o
la ansiedad teja los contratiempos por los que va pasando Connie, este filme posee
una base dramática.
Tanto la introducción
como el final de la película dan por expreso el estado crítico en el que se
veía expuesto un personaje: Nick (Benny Safdie). Sin aparecer mucho, el hermano
menor es motor de los hechos y gran víctima de la situación, asediado por los
antecedentes de una familia disfuncional, al que se incluye su negligente
hermano. La ambigüedad de Good time
llega mediante el gesto sacrificado de Connie, el de salvar a su hermano Nick
para trasladarlo a lo que considera la mejor salida, cuando no lo es. Sin ser
un filme social, la película de los Safdie le da un vistazo reflexivo a un
grupo de personas arraigadas a un mundo infecundo, en donde “niños” parecen
huérfanos, criándose del que está más cerca de ellos, siempre malos ejemplos.
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