Para nada un tributo a
The room (2003). La película de James
Franco se presta para el bullying al
filme que se hizo fama por hacer el ridículo en la pantalla grande. The disaster artist (2017) arma el
ridículo detrás de cámaras al subrayar la personalidad extravagante de Tommy
Wiseau. Su historia se resume en dos aspirantes a actores y su fantasía por ser
descubiertos en la Meca del Cine. Más que reconocer un conflicto, el filme
revela secuencias que imparten el gag,
la broma light tipo Seth MacFarlane,
solo que omitiendo lisuras, en donde todo el peso de la trama recae en los
hombros de un solo personaje. En ese sentido, la película de Franco se
relaciona a la Wiseau en hacer de un solo personaje el eje del universo.
Tanto The room como The disaster artist son producciones de directores fabricando su
propia condecoración. No satisfechos con ser los protagonistas principales,
ambos acaparan gran parte de las secuencias. Wiseau al menos es auténtico, en
cambio Franco es pantomímico. Si algo rescato de la película de James Franco es
deducir que Tommy Wiseau se inspiró de Rebelde
sin causa (1995) para crear su ambigua secuencia de un niño infiltrándose
en el lecho de unos amantes. Por lo resto, The
disaster artist es una biografía parcial que podría hallarse en Wikipedia. Al
menos The room tiene el “chip, chip,
chip”.
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