Hasta el 19 mayo se realizará la 9 Semana del Cine Francés en distintas sedes localizadas en Lima, algunas de ellas con funciones gratuitas. Vamos comentando lo que se ha visto.
Desde el principio de la película, la personalidad de Madame Géquil (Isabelle Huppert) es pintada de cuerpo entero. La frágil presencia de esta maestra es centro de los reproches, tanto de colegas como alumnos. Es decir, la falta de estima o respeto hacia su academicismo –e incluso hasta su propia persona–, deviene desde dos de los filtros de aprobación cruciales para todo docente. Falta, sin embargo, la pronunciación oficial; el veredicto del supervisor público. A diferencia de otras películas en donde vemos a un personaje versus “el resto del mundo”, Madame Hyde (2017) inicia con la secuencia del juicio; escenario que alienta o sucumbe al protagonista. En este caso, vemos a una Géquil desmoralizada ante las acusaciones, después de todo, justificadas. Y es que la maestra tendrá la sabiduría, pero no la pedagogía, aquella que la define como una apariencia ridícula frente a la clase de adolescentes que a diario la retan, la frustran y la entorpecen más de lo que ya está.
Desde el principio de la película, la personalidad de Madame Géquil (Isabelle Huppert) es pintada de cuerpo entero. La frágil presencia de esta maestra es centro de los reproches, tanto de colegas como alumnos. Es decir, la falta de estima o respeto hacia su academicismo –e incluso hasta su propia persona–, deviene desde dos de los filtros de aprobación cruciales para todo docente. Falta, sin embargo, la pronunciación oficial; el veredicto del supervisor público. A diferencia de otras películas en donde vemos a un personaje versus “el resto del mundo”, Madame Hyde (2017) inicia con la secuencia del juicio; escenario que alienta o sucumbe al protagonista. En este caso, vemos a una Géquil desmoralizada ante las acusaciones, después de todo, justificadas. Y es que la maestra tendrá la sabiduría, pero no la pedagogía, aquella que la define como una apariencia ridícula frente a la clase de adolescentes que a diario la retan, la frustran y la entorpecen más de lo que ya está.
El director Serge
Bozon se inspira de manera muy libre del relato corto de Robert Louis Stevenson
para crear el conflicto de su historia. El destino y la ciencia le dispondrán a
la profesora y científica una nueva e inexplicable capacidad. ¿Qué es esa
capacidad? O más bien, ¿con qué finalidad se le es asignada? ¿Es acaso un
aditivo para redimirse como educadora o un don mesiánico que servirá para desnudar
las falencias de un sistema educativo? Sea cual sea la razón, Madame Hyde apunta a convertirse en la
sátira a un ámbito educacional, y es la misma protagonista que mediante su
actitud lo estimula. Si la personalidad de Madame Géquil ya era extraña, su
nueva versión será aún más extravagante, aunque ya no ridícula, sino sombría. Géquil
pasa de ser una presencia que arrastra el gag
a crear un contrapunto enigmático. Las intenciones de Géquil (o Hyde) parecen
ambiguas. Se convertirá en aliento de superación para un “desvalido” –tal vez
una lectura al paternalismo educativo que merece cualquier país–, pero también gestará
estragos, infracciones que no se pasan por alto. Película curiosa, aunque a
veces solo extraña.
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