Del 4 al 12 de agosto inicia una nueva edición del Festival de Cine de Lima con funciones online y presenciales.
Paz Encina retorna a esa dialéctica empleada en su documental Ejercicios de la memoria (2016), aunque esta vez orientada a un saber etnográfico. En su nueva película, una colectividad de voces nos hace un bosquejo del escenario actual de la comunidad ayoreo totobiegosode, poblado originario de la zona del Chaco paraguayo. Al igual que en Ejercicios de la memoria, la introspección al pasado y la reflexión de cara al presente se encargarán de crear un panorama al imaginario de una sociedad y sus estertores. Encina observa a la memoria como medio de curación y cuestionamiento. Mientras que los hijos del desaparecido periodista Agustín Goiburú ejercitan al recuerdo a fin de preservar la memoria de su padre, en Eami (2022) un niño remembrará el escenario y los miembros de su comunidad en valor de mantenerla vigente y validarla dentro de una realidad que se ha esforzado por desterrarla. En ese sentido, la adopción de la memoria es también una incitación que ampara y empodera a una cultura. Ahora, estamos ante dos películas en donde “niños” honran el protagonismo de sus “padres” dentro del escenario paraguayo, quienes ciertamente fueron presas de un ultraje orientado por un oficialismo. Si en Ejercicios de la memoria Encina cede una responsabilidad directa a la dictadura de Alfredo Stroessner, en su última película infiere el acaecimiento de una negligencia estatal.
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