Con un estilo más
ilusorio, el director John Carney replantea una nueva versión de Once (2006), película que hacía que lo
romántico se convierta en una idea utópica, cuestión que nada tiene que ver con
la definición de amor platónico. Begin
again (2013), al igual que la película citada, pone en foco a dos personas adultas
que llevan un plan de vida ya realizado, cuestión que será prescindible para la
resolución de la historia. Un productor musical y una compositora amateur
coincidirán un día de forma casual. Es el encuentro que se expresa como un
chispazo mágico, aunque con una situación dramática-realista de fondo. Ambos
personajes pasan por un momento crítico en sus vidas. Será pues su sociedad
musical una suerte de mutua terapia, una que a vista del espectador va
provocando esa idea que va naciendo algo romántico.
Carney, sin embargo,
prefiere una historia menos fantasiosa. Entre la pareja existe la buena
química, las pequeñas rencillas, los jugueteos, esas inclinaciones de “quién de
nosotros toma el primer paso”. Existe más de un motivo para visualizar un
romance. Begin again, para su bien,
no cae en dicha trivialidad. Cuando se trata de relaciones de pareja parece que
Carney prefiere antes lo situacional por lo emocional. No hablamos aquí sobre
una historia del amor frustrado o imposible, sino la consecuencia de una
reacción adulta antes que juvenil. Keira Knightley y Mark Ruffalo interpretan a
un par de personajes que dentro de las miradas y leves silencios parecen estar
conscientes de esa diferencia entre lo pasajero y lo perdurable. Al igual que Once, los protagonistas saben de sus
emociones y conscientemente parecen ir minando ese amor que no debe ser.
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