Miguel Gomes es un
director atraído por la narrativa fabulada. Esto obliga a que sus películas
posean un argumento multiforme, en donde su dialéctica asume además una postura
testimonial producto de alguna reminiscencia o alucinación. Por otro lado, esto
mismo es la gesta de relatos extravagantes que, ocasionalmente, descienden al
terreno de la fantasía y la ensoñación. La trilogía de Las mil y una noches (2015) se estructura bajo esos preceptos. La
premisa sobre la infeliz esposa que narra historias a su rey a fin de no perder
la cabeza siempre es incólume; sin embargo, Gomes se siente libre de recrear la
formalidad con que aborda este circuito de cuentos. Así como en sus anteriores
películas, el director asume una postura transgresora respecto al marco
narrativo. Aparte de esta, existe otra premisa que se mantiene perenne. La
intención del autor es construir la realidad social-económica en estado de crisis
del actual Portugal, a partir de una visión ficcional. Es así como la reina Scherazade
(Crista Alfaiate) decide entretener a su esposo contándole historias tristes
sobre esa nación.
Las mil y una noches se estructura en tres partes, cada una de estas compuestas
por tres historias principales, siendo la mayoría fruto de esas narraciones
nocturnas de Scherazade, las cuales se
extienden hasta el amanecer de un día siguiente. La trilogía se inicia con una
introducción. Un travelling va
surcando una estibadora, esta mencionada como una de las más grandes e
importantes en Europa. En paralelo, se escuchan voces en off de algunos de sus empleados. Estos manifiestan la importancia
de esta fábrica portuaria como principal sustento de sus familias. Al rato, no
enteraremos el cierre de la misma y, en consecuencia, un despido masivo. Esta
es la antesala a las reformas de austeridad aplicada en Portugal. En tanto, un
director (interpretado por el mismo Gomes) es contagiado por esa desolación que
se ha expandido en su nación. Lo de la estibadora es apenas un síntoma. El
director medita y rebusca la forma cómo manifestarse frente a esa multitud de
voces que son víctimas del desamparo (es el perfil comprometido). Ante la
angustia y responsabilidad, el director no ve más solución que escapar
despavorido dejando atrás a su equipo técnico (es el perfil irónico ante la
atmósfera trágica). Ese es el inicio de una trilogía consecuente con la
realidad en Portugal, aunque sujeta por una contemplación sarcástica.
Las historias que
componen a Las mil y una noches
escenifican la realidad depresiva de una sociedad. Los personajes son las
víctimas de una crisis (a excepción del primer relato en donde los personajes
son representantes de la troika).
Esta los ha arrastrado a súbitos infortunios, el desencantamiento por la
realidad, la reformulación de la moral dentro de un contexto en el cual el
delinquir es equivalente a sobrevivir. Cada historia de pronto es el cobijo de
un nuevo testimonio desafortunado. El cine cumple entonces su función de sillón
terapéutico que documenta mediante la oralidad (un profesor de natación
entrevistando a unos desempleados) o el material de archivo. Si bien todo es ficción,
Gomes registra también desde un idioma testimonial. Un aparte, a propósito del
material de archivo; este se ve claramente definido en el testimonio de una
asiática. Es curioso este paralelismo narrativo que antes ya se había en otro
filme portugués como es La última vez que
vi Macao (2012), de Joao Pedro y Joa Rui Guerra. En un primer plano se
plantea la ficción; una voz en off
que también cumple su carácter testimonial. En un segundo plano, una segunda
historia dispone una mirada documental. Es decir, lo real contextualiza a la
ficción. Algo que también se puede reconocer en la fílmica del italiano Pietro
Marcello.
Las mil y una noches, como ya se ha mencionado, se convierte en una obra
polifónica en donde muchas voces se reúnen a propósito de una deficiencia
coyuntural. Hay también una multitud de dialectos impresos que curiosamente se
comprenden dentro de las leyes de la ficción. Es como si la realidad de la
crisis financiera en Europa hubiera fundado una “Torre de Babel” que
circunscribe a ese continente y a sus vecinos cercanos.
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