La memoria es el
corazón en E agora? Lembra me (2013),
siendo la agonía y la rutina placentera –aunque fugaz– de Joaquim Pinto, su
director, las que componen ese modo de función aceleradamente pretérita, aunque
inmortal. Desde la contemplación a una babosa arrastrándose en el fango, a la
crianza y regado del vegetal inerte (alimento que siembra esperanza), pasando
por el jugueteo diario con una pequeña jauría, a los escasos encuentros
sexuales, ya casi difusos para la fragilidad física de Pinto; son acciones evocativas
convertidas en fuentes fílmicas, pruebas fervientes de que “todavía existe” el personaje de
Pinto, uno que lucha por recordar, por reclamar su propia memoria. “Ser” para
ser. Joaquim Pinto, a medida que documenta su lucha personal contra una
enfermedad, va recogiendo una serie de eventos que son curiosamente contrarios a
la realidad trágica que padece. Es pues su estadía en un huerto portugués, lugar
que hace una referencia simbólica al beatus
ille, espacio que lo aparta de ese “mundanal ruido” y lo transporta a esos
instantes absolutamente valiosos y marcados de una felicidad minimalista. Hay, sin embargo, un
calendario que siempre lo absorbe a la fatalidad.
Pinto cada cierto
tiempo se moviliza rumbo a España, espacio donde será bombardeado por una serie
de test y se le dispondrá una ración de medicamentos. Es entonces cuando se
recuerda nuevamente al paciente que padece una enfermedad terminal, se dan a relucir sus efectos
secundarios, y ese regocijo fruto del campo se traslada a un plano del
pasado. Es la alegría y la memoria que se diluyen, una que incluso Pinto
sufre en su mismo albergue paradisiaco a cada que lucha por armar un monólogo equilibrado
o cuando de pronto el desgaste físico entra en crisis. E agora?
Lembra me, en medio de las escenas optimistas, reluce con dureza el quiebre
corporal y sobretodo emocional. Pinto se desespera por recordar, trata de citar
lo que ha hecho hace algunas horas o en días atrás. Joaquim Pinto sigue la
senda de Chris Marker y Jonas Mekas sobre el diario vuelto documental. Su
producto como una serie de notas, apuntes, videos, filmes que parecían
extraviados, amigos que ya no están. Es el “reencuentro” cinéfilo con
personalidades como Joao César Monteiro o Robert Kramer. Pinto también quiere
dejar su legado.
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