A estas alturas se
sabe que Hong Sang-soo reformula sus mismos argumentos, genera encuentros
distintos entre sus personajes, protagonizados por una masculinidad frágil e
inestable envuelta en un dilema pasional, siendo infieles natos, de paso contrastando
con sus antecedentes y logros artísticos –cineastas, en su gran mayoría–. El
director los hace comer y beber, y posteriormente confesar sus emociones y
frustraciones, a medida que innova y evalúa el orden narrativo y la línea
temporal de sus relatos, a fin de rematar la naturaleza de sus protagonistas. The day after (2017) se podría decir que
es su película en la que su protagonista es más cínico que de costumbre. Basta
centrarnos en una secuencia en donde su antihéroe, un crítico y editor
literario de renombre, es tildado de cobarde. Los acontecimientos lo delatan,
sin embargo, el director nunca antes había arrinconado de esa forma a su
agobiado protagonista.
The day after humilla al hombre como castigándolo a nombre de los que
injurió en su momento. Incrementa además su humor satírico mediante una serie
de gags que no hace más que generar
más burla contra el responsable. La historia va creando formas que lo exponen a
situaciones incómodas. Estando sobrio, el crítico tendrá que confesar y dar
crítica a su estilo de vida, corregir, por ejemplo, la imagen que se llevó de
él una practicante fortuita. Y aquí otra marca que Hong Sang-soo también
renueva: la autoreferencia. El director surcoreano retorna a los eventos
pasados de sus protagonistas y, en casos como su última película, los obliga a
volver a representar similares situaciones con intención de comparar sendos momentos,
sea dando evidencia de un retorno cíclico o de un aprendizaje. The day after, así como otras películas
de Hong Sang-soo, fantasea con lo metaficcional, a propósito de los
protagonistas viviendo vidas falsas o actuadas.
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