No solo es la
proyección de los metrajes encontrados lo que genera el efecto nostálgico en
las películas de Bill Morrison, es además la composición que el director le
otorga a su collage, dispuesto de un orden narrativo y un fondo musical
onírico. Al igual que los directores Yervant Gianikian y Angela Ricci, otros peritos
del found footage, Morrison reevalúa un
nuevo significado al producto hallado. Dawson
City: Frozen Time (2016) inicia con el anuncio de un rescate de una
variedad de películas localizadas en una ciudad de Dawson, Canadá. Un ciudadano
común ha exhumado rollos de películas en un terreno impropicio. ¿Cómo llegó a
parar todo ese cargamento de celuloide a esa ciudad geográficamente aislada? Esto
da pie a preguntarse sobre el origen de la misma. El estadounidense hará una
regresión al pasado en complicidad con los vestigios descubiertos. Fotogramas estropeados
por el tiempo reconstruirán y dramatizarán la historia de la ciudad que los
cobijó por décadas.
Lo cierto es que para
hablar sobre la historia de la ciudad de Dawson es preciso remontarse a una
historia infame que por su lado siguió misma trascendencia. A vísperas de
inaugurarse el siglo XX, el cine había llegado al continente americano y,
mientras tanto, la Fiebre del Oro se extendía hasta el territorio del Yukón. Lo
que hasta entonces había sido hábitat de tribus aborígenes a los meses se
convirtió en lugar de recreación y perdición para los mineros. Dawson City: Frozen Time narra el
recorrido de una sociedad que se fundó desde los despojos de la codicia minera.
Retiradas las colonias mineras, la ciudad se fundó y fue tomando forma, no
dejando de recibir noticias y recados de sus anteriores inquilinos. Sucede pues
que el filme de Morrison también convierte en protagonista a los colonos
estadounidenses, aquellos que siguieron gestando más infamia, mientras que una pequeña
ciudad, a pesar de sus limitaciones, daba signos de progreso.
De pronto la
preservación del material fílmico se convierte en metáfora o signo de lo civilizado.
Mientras que EEUU gestaba fraudes deportivos y usaba como drenaje de celuloides
a Dawson, esta misma impulsaba el deporte del curling a sus menos de mil
habitantes y usaba sus últimas habitaciones públicas para conversar las
películas que llegaban del sur. Morrison, mediante un arduo trabajo por hacer coincidir
los registros ficticios encontrados con los hechos reales, va reconociendo otros
modos de preservación gestados en Dawson. Edificios que perdieron a sus dueños
originales siendo rescatados, algunos reconstruidos después de voraces
incendios. Eran tiempos en que todo se quemaba, desde el nitrato hasta los inmuebles.
Literalmente, la historia se chamuscaba y la ciudad de Dawson la recuperaba o
usaba como cimiento para el beneficio de su población. Dawson City: Frozen Time es la sobrevivencia a partir de la custodia
histórica.
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