La “Nada” sale a la
vida terrenal. Los humanos se embelesan por su sabiduría expresada por una verborrea
poética satírica –tal vez porque les recuerda a una versión humana erudita que
resume el dominio del saber de las ciencias clásicas y el de las redes sociales–.
Pronto la “Nada” se pervierte, se humaniza, a consecuencia de su condición de rock
star. Pueda que por eso no es gratuito que la voz en off de ese personaje incorpóreo sea Iggy Pop. La historia de In praise of Nothing (2017) es la corta
gira de la “Nada” en la vida humana contada a modo de soliloquio.
Paralelo al discurso,
vemos una serie de imágenes que podría interpretarse como un respaldo de la
disertación del único orador. Es a través del juego de palabras envenenado de ironía
que el director Boris Mitic pone en la mira al comportamiento humano. La “Nada”
–personaje por excelencia para señalar y juzgar los yerros y debilidades de lo
material– será centro de atención y estimulador de las debilidades de la
humanidad. In praise of Nothing es una
suerte de lección que mediante el regaño disipa reflexiones existenciales,
respecto a la tradición y la rutina de lo humano.
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