Existe algo
interesante en el filme de Cristina Hanes, más allá de la puntualidad del
diálogo entre sus dos únicos personajes. António
e Catarina (2017) consta del registro de tres encuentros acontecidos en un
espacio de tres años. Catarina visita a António. Una mujer en sus veinte se
relaciona con un hombre a puerta de los setenta años. ¿Cuál es la relación
entre estos dos personajes? ¿Es un lazo filial, amical o incluso amoroso el que
los reúne? Y como para incrementar la duda de esa vinculación, el tiempo y la
edad juegan su rol de alterar el carácter de las personas, especialmente el de
António.
Es mediante esto que
el António del primer año parece una contraposición del tercero. La elipsis del
tiempo ha generado un cambio invisible, aunque severo, que afecta a las dos
partes. Lo que en principio simulaba una reunión amorosa, para el tercer acto sabe
más a una reunión filial. António e
Catarina no tendrá diálogos transcendentales, pero sabe subrayar sus premisas:
la vejez, las relaciones humanas, la soledad. A propósito de este último, es
interesante cómo a medida que pasa el tiempo, António mira de distinta forma su
entorno. De pronto lo que sucede al otro lado de la ventana, ya no estimula al
hombre.
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