El ejército desnudo del Emperador sigue marchando (1987), de Kazuo Hara, es un
documental japonés en donde vemos a un anarquista acosando a un grupo de
veteranos de la Segunda Guerra Mundial. A estos últimos se les culpa de ser
responsables de los asesinatos de los familiares de las dos personas que
también harán compañía al radical durante las mencionadas visitas no
planificadas. El resultado de estos encuentros será un encaramiento al pasado,
un rescate de la memoria, pero, sobre todo, la búsqueda del perdón que hasta
dicha actualidad pesa sobre los deudos. Esa premisa parece repetirse en The look of silence (2014), un
documental que resulta tan emotivo y perturbador como su antecesor. A
diferencia de The act of killing
(2012), Joshua Oppenheimer es esta ocasión pone como protagonista al familiar
de uno de los tantos desaparecidos durante el genocidio desatado en Indonesia,
a partir del golpe de estado en 1965. Lo curioso es que está víctima no es
cualquiera, sino un caso en especial que incluso parece cumplir una
representación simbólica más amplia.
Aquí el deudo es un
hombre que nunca conoció a su hermano. Él fue concebido dos años después del
atentado contra su familiar, y lo que supo de este fue en base a lo que sus
padres numerosas veces le contaron. Es decir, él heredó un luto, uno que en su
momento no padeció ni fue testigo, pero que sin embargo lo vincula. El
protagonista en The look of silence
me recuerda al mismo protagonista del documental de Hara, el ex soldado japonés
que apenas conoció a sus compañeros caídos, pero que asume por compromiso averiguar
la verdad de los hechos acontecidos en el pasado y de paso reclamar el
arrepentimiento de los culpables a fin de acudir al derecho de los deudos. Hay
un compromiso cívico de por medio. Una necesidad de excavar en la Historia para
reavivar la memoria y exigir el perdón. Ambos parecen demandar un reclamo
histórico en nombre de toda una comunidad. Lo cierto es que en el documental de
Oppenheimer, los sucesos están más que aclarados. Resta recurrir al acto de
contrición de los asesinos que hasta el momento siguen siendo los líderes de
dicha nación, y justamente ese es el camino más sensible de la película.
The look of silence no solo rememora con crudeza los hechos acontecidos durante
la matanza en el “rio Serpiente”, lugar donde fue violentado el hermano del
protagonista junto a centenares de detenidos, sino que además registra los
testimonios de los culpables e implicados quienes justifican sus propias barbaries
con un cinismo “lúcido”. Ya en The act of
killing había quedado en claro cómo el discurso egocéntrico de los ex
miembros militares en Indonesia ha calado en el imaginario de toda la nación.
La cacería y el aniquilamiento a los comunistas en la actualidad, sigue siendo
símbolo de heroísmo y congratulación para muchos de los ciudadanos comunes de
esa localidad. Es bajo dicho pensamiento colectivo que hay una negación al
arrepentimiento. En consecuencia a esto, durante el documental seremos testigos
de la frustración del protagonista, quien finalizada cada visita mirando
silenciosamente al vacío, como contemplando un luto infinito, fruto de la
negligencia y alimentado de mucha impotencia.
En El ejército desnudo del Emperador sigue
marchando un ex soldado japonés “literalmente” exige a golpes la verdad y
el perdón que los asesinos le deben a los deudos. En The look of silence veremos también a un protagonista exigiendo lo
que le corresponde. El último Oppenheimer incluso es distinto al director que
percibimos en The act of killing, uno
que es silente, que se plantea a ser simple oidor de las recreaciones macabras
que en un pasado practicaron los cazadores de hombres en Indonesia. En una
escena, Joshua Oppenheimer pasa de ser un director pasivo a uno que obliga a
que también debe existir una herencia de culpa. Son los hijos de un fallecido
militar, quienes con incredibilidad observan cómo el heroísmo de su padre fue
en realidad los honores de un verdugo.
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