Un momento a subrayar
de A pocas horas de Primavera (2012)
es durante una secuencia en la hora de la cena. El silencio y la tensión reinan
en la casa que postra a una madre y a su hijo en mesas separadas. La hostilidad
es mutua y pesada, especialmente la que viene de la anciana, de quien hasta
entonces solo sospechamos que su amargura es consecuencia de un resentimiento
hacia su primogénito, este recién excarcelado, desempleado y, a total vista,
huraño y depresivo. El filme de Stéphane Brizé es un drama duro en donde los
rasgos humanos se manifiestan sin sedantes.
Aquí los personajes no
aspiran a ser redimidos, no corrigen sus errores, se comportan con
desesperación para cuando la furia o el miedo los embarga. Es decir, no hay intención por neutralizar los
conflictos que desarrolla este drama, desde los amorosos hasta los familiares,
y esto también se aplica a la primera mención del tema central de la película.
A diferencia de la española Mar adentro (2004), la eutanasia en el filme de Brizé no
se inclina al debate. No hay trabas ni cuestionamientos (y si los hay, son
mínimos). Aquí la opción se acoge y se respeta. La película es dramática, mas
no arma un drama sobre el tema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario