En Proyecto X (2012) un trío de
adolescentes decide organizar una fiesta en el patio de la casa de uno de
ellos. La fiesta no solo es un éxito, sino que además rebasa con amplia ventaja
sus expectativas. Sin desearlo, este divertido trío ha montado una de las
fiestas más salvajes y épicas que haya visto su generación. Baile, música,
droga, sexo, violencia; un equilibrio de goces que tiene un buen resultado por
el crescendo de la reunión que va de
la mano con el pánico del dueño de la casa quien es testigo de cómo las cosas
van saliendo de control. Clímax
(2018), por su lado, es también una fiesta que sale de control, pero que se
impacienta para llegar al clímax y de paso descuida los principios de lo
empático hacia sus protagonistas que pasan a ser objetos. Gaspar Noé hace un
esquema general del perfil de los invitados, despliega con promesa un montaje
bien coreografiado, planos secuencias al ritmo de la música, bailes, breves
diálogos, comienza a armar una historia, y al primer descuido la fiesta ya está
de cabeza.
Lo del encierro de un
colectivo en un espacio acotado sufriendo un estado de descontrol es muy
conocido en el cine. Desde El ángel
exterminador (1962), una tripulación en una base en la Antártida en La cosa (1982), hasta una fiesta junto a
Peter Sellers o Tom Hanks, todas han sabido racionar o contener esa fase de
paranoia, locura, placer. Y es que de nada sirve el clímax cuando las previas
no están bien dispuestas. O la historia de Noé carece de creatividad para
encender la “mecha”, o es que simplemente se pone a merced del ejercicio de la
pulsión. Lo que sea, Clímax es
precoz. No solo se salta los anticipos necesarios para crear una empatía, sino
que además alarga el orgasmo. Esto obviamente cosifica el estado de exaltación,
se pierde el encanto, que más que crear emociones genera reacciones. El baile,
un escenario que prometía, se pervierte, usado como mero recurso para crear un
carnaval al mejor estilo del Medioevo, en donde la contorsión pierde belleza y es
solo grotesco. Gaspar Noé hace un show, no una experiencia.
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