Dos documentales en
donde directores descubren la intimidad de sus protagonistas impulsados tal vez
por una fascinación personal. Sucede que en ambos retratos dictados en “primera
persona” los personajes dan muestra que reservaron una serie de confidencias incubadas
por largo tiempo, una identidad secreta que de paso los vincula a fantasías. No
solo es el goce por la confesión, sino también por el encantamiento hacia lo que
estos testimonios representan. En Lembro
mais dos corvos (2018), el director Gustavo Vinagre aprovecha una noche de
insomnio de su personaje para reunirse con ella. Julia Katharine, actriz transexual
brasileña, comienza a hablar de todo un poco: su infancia, su descubrimiento
sexual, su crucial afecto con un familiar, su exótico viaje a un país asiático,
su cinefilia, su pasión por la actuación, sus achaques emocionales. Lo curioso
es el modo en que se aborda esta entrevista. Vinagre cambia de roles, a veces
haciendo de amigo, de espectador, otras de director. En respuesta, Julia amoldándose
a esta posturas, ya sea siendo ella misma, inventando supuestos o performatizando
para su único espectador.
En Ainhoa: yo no soy esa (2018) la
directora Carolina Astudillo se remonta a una antigua conocida. El
descubrimiento de unos diarios de esta la inspiran a desarrollar un documental
que enfrenta la ficción con la realidad. Sucede que la “vida” de Ainhoa Mata no
halla común con lo que ella escribía o sentía en secreto. El júbilo de las
fotografías o las grabaciones caseras de la familia no revelan huella alguna de
la Ainhoa de ánimos abúlicos, frustrada emocionalmente, víctima de una postura
trágica. Pero a Astudillo no le llama la atención el sesgo de desdicha de esta
personaje, sino la cordura que ha sembrado en sus escritos, el dominio secreto
de la palabra y el diario convertido como medio de depuración o liberación de
una identidad a contracorriente con su época. Esto le recuerda a personalidades
femeninas, especialmente las eruditas latinoamericanas, las criadas también en
un seno dictatorial, como la última etapa franquista en la que nació Ainhoa, y
encontraron en la literatura el medio real para definir su verdadera personalidad.
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