Alejandro Fernández
Almendras deja de lado las preocupaciones que dividen a la ciudad/campo para
centrar su último filme a una temática social cotidiana. Matar a un hombre (2014) es una historia sobre la violencia, la
impunidad y la venganza. Un padre junto a su familia sufrirán el hostigamiento
de un individuo y su collera delincuencial. El director chileno omite los
tiempos muertos presente en sus primeras películas a fin de gestar un filme más
catárquico, algo que dependerá de secuencias tensas que en su mayoría se premeditan.
El problema de la trama surge cuando ya sabemos qué vendrá más adelante. El
final es tal vez la cuota sorpresiva, muy a pesar con un alargue innecesario.
Güeros (2013), de Alonso Ruizpalacios, se presenta como una comedia de vagabundos, por
momentos ingeniosa, por otros redundante. Un trío –y luego un cuarteto– de
personajes treparán en un auto en busca de un mito de la música folk mexicana. De una estética en blanco
y negro, esta road movie pretende el
diálogo y la trama absurda e improvisada. Desde el principio su historia sufre
de quiebres, vueltas de tuerca, lagunas y otras gestas lúdicas que dinamizan
las acciones a la vez que tapa el limitado argumento. Técnicamente buena, Güeros cumple en línea general.
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