Artículo publicado originalmente en el boletín del Festival de Lima, Vértigo. Una de las mejores películas programadas dentro de esta edición del Festival.
El cine en su versión más incipiente se revela en The tribe (2014), ópera prima de un prometedor Miroslav Slaboshpytskiy. La rutina en las inmediaciones de un internado para alumnos sordomudos, es la remembranza a ese cine antes de los rótulos con textos. En una película como La mansión embrujada (1907), el español Segundo de Chomón no precisó de los intertítulos para indicar al espectador que sus personajes estaban a punto de ingresar a un mundo de pesadilla. Bastaba con ver una casa abandonada en medio de un tétrico bosque para entender las dinámicas del espanto. El director ucraniano cree en la naturaleza del cine, es decir, el de la narración por medio de la sucesión de imágenes antes que asistir a la palabra misma. A partir de esta premisa, su película se introduce a un mutismo literal en donde los personajes no emiten alguna palabra, más manifiestan más de un efecto emocional.
El cine en su versión más incipiente se revela en The tribe (2014), ópera prima de un prometedor Miroslav Slaboshpytskiy. La rutina en las inmediaciones de un internado para alumnos sordomudos, es la remembranza a ese cine antes de los rótulos con textos. En una película como La mansión embrujada (1907), el español Segundo de Chomón no precisó de los intertítulos para indicar al espectador que sus personajes estaban a punto de ingresar a un mundo de pesadilla. Bastaba con ver una casa abandonada en medio de un tétrico bosque para entender las dinámicas del espanto. El director ucraniano cree en la naturaleza del cine, es decir, el de la narración por medio de la sucesión de imágenes antes que asistir a la palabra misma. A partir de esta premisa, su película se introduce a un mutismo literal en donde los personajes no emiten alguna palabra, más manifiestan más de un efecto emocional.
Similar a los actores
del cine silente en tiempos de una tecnología primitiva, los protagonistas de The tribe construirán la palabra a
partir del puro lenguaje de las señas. Esta especie de “pantomima” entendido
como diálogo universal, uno que en principio es difícil de digerir, pero a
medida que pasa el tiempo el idioma es más fluido y coherente. Lo otro es el
punto inverso a la mudez. A principio de la historia, la llegada de un nuevo
alumno y su previo tránsito de la ciudad al recinto educativo marca un desbalance
en la sonoridad contextual. Slaboshpytskiy si bien en concepto parece recrear
un cine mudo, técnicamente su cine sigue siendo sonoro. Es así como el ruido pasa
a ser un personaje más dentro de la película. Las palmadas y golpes como ese otro
lenguaje, uno más catárquico y visceral, estado emocional que también se va
manifestando al plano argumental.
The tribe narra la historia de una collera que desde un principio evoca
pretensiones dramáticas. La iniciación de un nuevo miembro, las funciones internas
de esta pequeña organización, el amor entre dos de sus socios y la posterior
obsesión de uno de ellos se van contemplando desde una mirada documental. Slaboshpytskiy
estilísticamente no deja de promover un cine primario. Planos generales o
planos secuencia, cámara en mano, la omisión de zoom o primeros planos. Es la
dedicación de una imagen superficial o epidérmica. No hay un lenguaje de
rostros o voces interiores intentando escapar. The tribe se inclina a la sucesión de acciones volcadas a lo emocionalmente
universal. Son por ejemplo las escenas violentas o de encuentros sexuales,
estos contemplados desde una mirada frontal. Miroslav Slaboshpytskiy no asiste
al encuadre maquillado o sugerente. La representación de una brutal escena es
vista de la misma forma en que es concebida: vil y contra natura. Es la
necesidad de graficar el dolor, y ya que no hay grito, será el ruido el que se
intensifique. Para cuando las cosas comienzan a complicar, este seudo filme
silente será tan sonoro como los demás. Todo aquí parece hablar por sí solo.
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