El retorno de una hija
pródiga es la excusa para fabricar una historia relacionada al género noir. En algún lugar desértico de
México, un brutal crimen ha acontecido. Un miembro de la comunidad transexual
(conocidos localmente como “muxe”) fue asesinado. Mabel (José Pecina), una ex amiga
de la víctima, también transexual, luego de muchos años, ha regresado a su
pueblo natal a fin de buscar algunas pistas que puedan dar con el asesino de su
antigua compañera. Este viaje implicará el reencuentro a lugares familiares,
amigos que no ha vuelto a ver desde su intempestiva marcha, el hallazgo de
fotografías que además de reavivar la memoria provocarán un acto de contrición.
Carmín tropical (2014), del mexicano
Rigoberto Pérezcano, presenta a un personaje que carga con un pasado y a su vez
se convierte temporalmente en un investigador. Como sucede en ciertos clásicos
del cine noir, es como si un
sentimiento de culpa comprometiera a sus protagonistas a resolver un caso que
en cierta forma pueda redimirlos.
Pérezcano para esto
evoca una atmósfera melancólica. A medida que Mabel indaga todos los hechos que
impliquen a la desaparición de su amiga, va hurgando en el pasado. Son, por ejemplo,
los recuerdos que apuntan a aquel suceso que obstruyó la amistad entre ambos
personajes, el desencanto de un antiguo amor que terminó en decepción y
finalmente en divorcio, la frustración artística y personal que provocó dicho
desenlace en Mabel. Carmín tropical ocasionalmente
pone a su personaje principal como narradora en off, sonando sus palabras a modo de confesionario, soltando frases
que reflexionan en base al pasado. La aspirante a detective posee una dosis
depresiva. Por otro lado, tiene también esa mezcla de sensibilidad y sumisión,
una que influye en su relación frente a un hombre que alude a ese personaje
tipo del noir (una suerte de
compañero y némesis del detective), al convertirse posteriormente en su femme fatale.
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