No hay duda que una de
las más grandes fantasías que ha provocado el cine tiene que ver con la posible
llegada de seres de otro mundo. En consecuencia, se han generado historias de
paranoias (las individuales y colectivas), sobre abducciones o usurpaciones de
cuerpos, ciudades que ignoran secretos de Estado, la ciencia que queda en
ridículo frente a una tecnología muy avanzada, el mundo invadido o hasta
colonizado por alienígenas que han asumido mil y un formas desde la fundación y
apogeo de esta temática durante la década de los 50. En un lado optimista,
estas mismas historias fueron también el origen de actos heroicos. Es la
humanidad que se une a fin de enfrentar o crear lazos con el “otro”. Son
también los hombres haciéndose un mea culpa o reflexionando en base a esos
factores que han deshumanizado a su raza. El cine, además de satisfacer sus
fantasías, nunca ha dejado pasar la oportunidad de meditar sobre la condición
humana. The visit (2015) es un documental
en vía a esta dinámica.
El director Michael
Madsen –como sucede en casi todas las historias que han sido llevadas al cine–
parte desde una premisa hipotética: la supuesta llegada de una nave alienígena
a la Tierra. ¿A qué han venido? ¿Es acaso una invasión o un reconocimiento?
¿Cómo reaccionaría nuestro mundo frente a esto? Se inicia así un filme que va
aglomerando un sin número de interrogantes. En respuesta, interlocutores
atendiendo a estas preguntas. Delegados internacionales, científicos, abogados,
psicólogos, docentes. Madsen reúne a una serie de personajes, entre expertos y los
más apropiados a resolver este posible “problema”. Frente a esto, The visit se va convirtiendo en una
simulación protocolar, voceros encargándose de redactar los primeros anuncios
de prensa, los equipos paramilitares
destinados a resguardar el perímetro en donde se encuentra la nave visitante,
qué medidas tomarían los jefes de Estado y los ciudadanos frente a lo
desconocido.
En paralelo, hay una
lectura sobre la naturaleza humana. Tal parece que todas las preguntas y
posibles acciones no son más que fruto de un mismo sentimiento: el miedo. Miedo
de dejar de ser “el centro de las cosas”, miedo al sometimiento, miedo a lo que
no se conoce. The visit pone al
descubierto los fantasmas de la humanidad. El documental se encarga, por tanto,
de escarbar en el pensamiento del hombre. Cómo el antropocentrismo, el
colonialismo histórico y la ciencia, han sido promotores para la evolución de
la humanidad, los mismos que con la supuesta llegada de los seres del otro
mundo, además de desmitificar sus conceptos, podría ser el origen de su
decadencia. Es la angustia ante lo incierto, la misma que parece reflejarse en
la ansiedad de los entrevistados, quienes a pesar de ser conscientes del
montaje, parecen haber sido absorbidos a esa realidad hipotética.
Lo mejor del filme
tiene que ver con el modo en que la ficción es plantada dentro del ámbito de la
realidad, sin convertirse en ficción. Madsen no se acerca al falso documental o
aspira a transfigurar su película en un híbrido. La llegada de alienígenas a la
Tierra no logra pasar más allá de un ejercicio dialéctico. Lo más próximo a lo
representado son los simulacros de un ejército recogiendo muestras o un hombre
que es elegido para introducirse al OVNI. A propósito de eso, The visit se dispone de una narración
alegórica plagada de metáforas o imágenes de un pronunciado significado. Gráficas
que están asociadas al imaginario del hombre. Es, por ejemplo, ese paseo por
los interiores de la nave. Un viaje alucinatorio que su interlocutor no
describe, pero que Michael Madsen lo traduce como un museo o una gran
biblioteca, símbolos del palimpsesto humano. Hay una introducción al ámbito
existencial. The visit es fascinante
de inicio a fin. A pesar de que toma como punto de partida una fantasía, no
deja de sugerir “lo posible”. Es el efecto de lo verosímil. En ese sentido, The visit puede ser asumido como una
tesis sobre el poder de la ficción. Como reza su final, es lo irreal que aspira
a una realidad expandida.
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