Un melodrama sin mucho
dramatismo, aunque con una sutil potencia que llega de la interiorización de
sus personajes, producto de lo reprimido. Lovesong
(2016) narra la historia de un recuentro entre dos amigas. Es a propósito de
este acercamiento que un romance queda pendiente. El cine de la directora So
Yong Kim ha sido promovedor de dramas sobre la intimidad familiar. Esto en
principio se observa en la vida matrimonial de Sarah (Riley Keough), agobiada
por la restringida rutina de su esposo quien se mantiene a distancia por
temporadas de su hija y de ella. La
visita de Mindy (Jena Malone) será en tanto significativa. La llegada de la
amiga de la universidad, en tiempos de duda y falta de afecto, promoverá un
hecho que queda como una especie de eventualidad del momento. Hay una elipsis
de años, entonces ese hecho que ante el espectador lucía circunstancial para
las protagonistas, en su lugar fue un suceso que ha calado de forma profunda en
sus vidas.
Lovesong poco a poco, para ese segundo reencuentro, va disponiéndonos de detalles
(incluso los que habían acontecido años atrás) que pasamos desapercibido a
consecuencia de esa “historia” que no se ve, y que de seguro aconteció en un
momento no explícito. Es ahí donde radica el mérito de la película de So Yong
Kim. De pronto esa primera parte lucía poco madura, era más un gesto de libertinaje
o embriaguez, que el de un amor que venía encurtiéndose desde tiempos. ¿A qué
se debió tanta espera? La respuesta podría ser deducida, sin embargo, el evento
con que termina la historia da mayores pistas de esa respuesta. Sarah y Mindy a
espaldas de la sus amistades, confiesan su amor, a pesar de estar ambas a
puertas de la obstrucción de ese amor que será acondicionado por un hábito
social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario