La ópera prima de
Alejandra Marquez Abella apunta al viaje de retiro que contra todo pronóstico
en lugar de crear lazos aviva conflictos. Semana
santa (2015) narra las vacaciones de una familia en proceso. El único que
está comprometido en poner de su parte para que el “plan” funcione,
repentinamente tendrá un imprevisto que de paso pone en riesgo su mismo
compromiso. A medida que los días transcurren, menos es el goce y más son las
grietas que van despertando dramas independientes. Semana santa para la mitad de la película divide a la familia y los
observa por separado. Hay un proceso de digestión o evasión en solitario. Todo,
sin embargo, fluye sin trascendencia.
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