En Love is strange (2014) el director Ira
Sachs realiza una lectura moderna de Make
way for tomorrow (1937), de Leo McCarey. La historia consta de una pareja
gay que tiene que enfrentar una separación a causa de un imprevisto económico.
Así como en el clásico filme de McCarey, los protagonistas de Sachs son
personas de la tercera edad. Estos cohabitarán con sendos amigos o familiares
mientras intentan solucionar su declive. En el tramo de la convivencia se verán
las primeras incomodidades y luego los desaires. Al igual que McCarey, Sachs
representará dichos estados de fricción con un aire de aflicción que se lamenta
ante el desdén de los anfitriones, pero sobre todo se angustia por el precio
de la separación de la pareja. Ambas películas, son retrato de una modernidad
apática con lo pretérito. Little men
(2016), la nueva película de Sachs, es una lectura más sobre modernidad, solo
que en esta ocasión parece asumir su historia tomando como premisa a la novela
de época sobre personajes en plena madurez y acondicionados a su tiempo.
Luego de fallecer su
abuelo, Jake (Theo Taplitz) junto a su familia se mudarán a un edificio en
Brooklyn como parte de la herencia. Ahí conocerá a Tony (Michael Barbieri), el
hijo de una sastre, quien desde hace años ha venido alquilando la tienda
ubicada en el primer piso de la vivienda. Casi con espontaneidad, los dos
muchachos de edades contemporáneas se harán buenos amigos, sin saber que en su
camino las asperezas entre sus familias se irán intensificando. Una vez más
Sachs alude a una historia sobre una posible “separación” en respuesta a los
discernimientos de la modernidad. Los padres de Jake se verán obligados a
revaluar el costo de arrendamiento dado que el monto que ha venido saldando la
madre de Tony no es correspondiente a la tasa actual. Ante la negativa de esta
última, el conflicto se asume y luego se nutre, por un lado, mediante la
insistencia de los caseros y la obstinación de la ocupante, mientras que por
otro lado, ante la buena química de los amigos quienes han venido creando un
vínculo no solo amical, sino también de aprendizaje.
Dentro de la
linealidad argumental de Little men
se puede percibir una estructura que se abre y se cierra como separando
momentos o fases. A cada fundido en negro, Sachs parece inaugurar un nuevo
capítulo de su historia. Son en esos momentos en que se percibe una corta
aunque significante elipsis. El relato, por ejemplo, inicia con la mudanza al
edificio y el luto todavía fresco. Luego del corte, el duelo está zanjado y la
familia “nueva” del barrio ya está asentada. Es importante percibir dicha
limitación de hechos a fin de comprender la resolución racional de los
protagonistas al final de la trama. Lo antecedente se asume como temporal. Los
personajes de Sachs están en un continuo aprendizaje o reconocimiento de sus
situaciones (que, en tanto, también son cambiantes). Esto hace que ciertos
juicios de su pasado no estén consolidados a posteridad. Esta cuestión no solo
sucede con los “hombrecitos”, quienes recién se encuentran en un estado de
maduración. Pasa también con los adultos, especialmente con el personaje de
Brian (Greg Kinnear), el padre de Jake. Curiosamente lo primero que sabemos de
este tiene que ver con su oficio como actor, quien luego de la mudanza decidió
retornar a un teatro menos comercial que nunca dejó de apasionarlo.
Al igual que en Love is strange, la división
generacional en Little men es la
razón por la que el conflicto se agrieta. El arbitraje de Brian está supeditado
al lazo amical entre su hijo Jake y Tony. Esto lo hace flaquear. Lo debilita
ante su mediación frente a Leonor (Paulina García), cediendo incluso ante la
ofensiva de la mujer, quien no duda en degradarlo hasta en lo personal. A todo
gesto de humanidad, el egoísmo toma por asalto. Son las dinámicas de la
modernidad. Jake y Tony, mientras tanto, no hablarán a sus respectivos padres
luego de enterarse del altercado entre familias. Hasta su mismo narcisismo está
en pañales. Pronto los adolescentes echarán de lado sus castigos cándidos y
serán observadores de la realidad. Tendrán que aprender y resignarse. Little men finaliza en un museo (ese
lugar ideal del cine en donde los protagonistas se reencuentran por
casualidad). Veremos a Jake quien ha renovado sus juicios. Un juicio se ha
fortalecido, el otro ha cumplido su ciclo. El pasado es inalterable, sin
embargo, queda lo aprendido. Little men cuenta con un elenco impecable. Es una de las mejores películas del año. Ira Sachs ya es promesa
cumplida.
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