Dentro de la modestia
argumental, la película de Joao Salaviza y Renée Nader disponen una serie de
ejes desde dónde podría apreciarse su historia. A primera vista salta su valor
etnográfico. Los muertos y los otros (2018)
toma como protagonista a un miembro de la comunidad kraho. Es a través de este
que nos vamos enterando de ciertos deberes y rituales propios de esta población
indígena procedente de la selva brasileña. La muerte, el luto y el chamanismo
serán asumidos dentro de la trama. Cómo se admiten –o deberían–, lo sabemos por
Henrique (Henrique Ihjac Kraho), personaje que ha comenzado a tener un
conflicto de identidad a propósito de esos tópicos. Es con esto que se define
un segundo tema.
Los muertos y los otros narra la historia de un hombre pasando por una duda.
Henrique ha sido “elegido” por su entorno para una función, lo que ha provocado
el titubeo de este joven padre de familia y, a su vez, su retiro temporal. Con
esto, Salaviza y Nader fundan la semilla de lo tradicional confrontando con lo
ajeno. Henrique se sentirá seducido por la ciudad, estímulo que tal vez sea un
intento por escapar de una responsabilidad sagrada para su comunidad. Sin
embargo, no deja de ser perceptible cómo el joven se ajusta con facilidad a la
rutina de lo ajeno. Salvo por un detalle, el individuo y esa cultura extraña no
se repelen. Claro que eso no garantiza que la trama geste una colonización
cultural. La colonización deviene por otro lado.
Un tercer eje que
manifiesta este filme es la colonización terrenal; coyuntura tan antigua como
vigente. Los muertos y los otros
puede ser asumida también como un gesto de resistencia. Una comunidad y las respectivas
costumbres, que se expresan mediante el alrededor del contexto natural, se
oponen a su desaparición. Joao Salaviza y Renée Nader provocan una visión
documental a consecuencia de ciertos detalles testimoniales. Un hombre narra en
tono de mito cómo campesinos quisieron apoderarse de sus tierras. Lo contado
posee un significado relativo. Tiene de trágico, pero también de victorioso;
parece un hecho pretérito, pero a la vez reciente.
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