Un tour inclemente. La
muerte de su madre será el punto inicial del calvario que sufrirá un
adolescente. Sócrates (2018) pone
contra el paredón a su personaje. A diferencia del cine de los Dardenne, este
filme esquiva al neorrealismo, en referencia a una caída dramática que está antepuesta
por una temporada de optimismo y empoderamiento. Son brevísimos los momentos de
dicha en la película de Alex Moratto. A cada ilusión que se avista a los ojos
de Sócrates, nunca le abandona alguna fatalidad o estigma. Sócrates es menor de
edad, huérfano, homosexual, hijo de un padre tirano y fanático. Tiene todas las
de perder. La empatía hacia el personaje se genera a propósito de su empuje.
Hay una resistencia del protagonista ante un declive inminente. Las cosas
cambian para cuando el adolescente aflora sus demonios internos. Entonces la
historia se torna degradante. Sócrates
es un drama social retratado en cámara en mano, el registro cercano y riguroso
a su protagonista, que pone en segundo plano a la ciudad. El drama se concentra
únicamente en su personaje, algo habitual y cada vez más relegado en el cine
latinoamericano.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario